Diez años:
Takaita Hiwatari
Capítulo 1: "Admiración":
Aquella tarde que prometía ser apacible no tardó en verso truncada cuando Mikoto entró en la habitación de su hijo menor con una expresión de pura preocupación en su rostro.
Sasuke, que se entretenía leyendo un libro aprovechando que ese día no tenía tarea y tampoco tenía que estudiar, clavó la mirada en su progenitora.
─Hijo, ha ocurrido algo. ─Mikoto percibió la mirada de puro desinterés que Sasuke le dedicaba, pero continuó─. Itachi está ardiendo en fiebre, tu padre y yo vamos a llevarle al hospital ahora mismo.
Sólo entonces Sasuke dejó la lectura de lado. Itachi era lo más importante para él, aunque no lo dijera en voz alta y su capacidad para demostrar afecto fuera comparable a la de una piedra.
─Voy también ─dijo de inmediato, incorporándose.
─No te preocupes, papá y yo iremos con él. Tú tienes que quedarte aquí, te necesito para algo importante.
El menor entrecerró los ojos con tedio. No podía haber nada más importante que Itachi.
─¿Qué?
─¿Recuerdas a mi amiga Kushina?
─Sí. Uzumaki Kushina ─respondió, viendo a su madre asentir─. ¿Qué tiene que ver ella con Itachi?
─Es que desde hace semanas le prometí a Kushina que hoy cuidaría de su hijo, pero tengo que ir con Itachi...
─No... ─musitó para sí mismo. Ya sabía a dónde quería ir a parar Mikoto.
─Así que irás tú en mi lugar. Excúsame ante ella, pero no le digas lo de Itachi, no quiero preocuparla. Se lo contaré yo misma cuando todo esté arreglado.
─No ─dijo esta vez audible.
Mikoto le miró sorprendida. Su hijo nunca le había dado una negativa.
─¿No?
─No se cuidar niños ─trató de excusarse─. Yo debería ir con Itachi y tú quedarte con ese niño.
Antes de que ella tuviera tiempo de abrir la boca para responder algo, Fugaku irrumpió en la habitación.
─Mikoto, vamos de una vez ─apremió, saliendo tan rápido como entró.
─¡Voy! ─Sin esperar a que Sasuke dijera algo, se marchó igual de rápido que su esposo.
─¡Pero...! ─trató de decir el menor, pero había sido rotundamente ignorado. Segundos después corrió a mirar a través de la ventana, distinguiendo el coche familiar alejándose.
Hondo suspenso. Perfecto. Simplemente perfecto. Para una tarde que tenía libre de ocupaciones del instituto, tenía que cuidar a un mocoso. Resignado tomó las llaves de casa y se dirigió a la de los Uzumaki. Por suerte estaba bastante cerca. Los Uzumaki vivían en la acera de enfrente, unas cinco casas a la izquierda.
Nada más tocar el timbre, una mujer pelirroja le recibió. Conocía a Kushina desde siempre y por eso ella solía tratarle con mucha confianza.