Un Alfa con olor a quemado y un Omega con pésima personalidad, ambos son vecinos, y a su vez compañeros de clases.
Uno odia al otro y el sentimiento es mutuo, pero ambos están juntos para intentar salir de su situación, ser los desadaptados de la c...
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El calor del verano era espantoso, los rayos del sol picaban en la piel con tan solo minutos de contacto, pero aún así, el maestro de deportes se había empeñado en llevar a los estudiantes afuera de los salones.
Ninguno de los jóvenes dejaba de sudar, y Hoseok comenzaba a asentirse asqueroso, por lo que se mantenía alejado de los demás, esperando que nadie viera su camisa empapada de sudor.
Detestaba el calor, odiaba el sol y aborrecía el sudor.
Pero ya no podía usar la clásica de "me siento mal", la había usado tantas veces que para este punto el maestro ya le había mandado a hacerse unos estudios médicos.
"¡Milagro, me cure!"
Fue lo único que respondió Hoseok, por eso justo ahora tenia que fingir que estaba haciendo algo más que solo ver la pelota siendo pateada por sus compañeros.
No entendía la razón por la cual lo habían metido al equipo, jamás hacía nada más que estar de pie en la orilla y mostrar la expresión de asco que más podía dar. De pronto, su mirada se dirigió hasta Jungkook, quien permanecía en la banca junto a una compañera de clases que se había roto la pierna, y por eso mismo la llevaba enyesada.
Lo peor de tener a Jungkook como vecino, era que les había tocado estar en las mismas escuelas desde que estaban en el Kinder garden hasta ahora. Muchas de las veces les toco estar en el mismo salón de clases, hubo momentos donde los habían separado y para ellos había sido una gran bendición, luego, seguramente el diablo hacía de las suyas y los volvía a juntar, como ahora, que estaban en el mismo salón de clases.
La mirada de Jungkook permanecía en la pelota, sus ojos estaban fijos en ella, movía su cabeza con cada pase que daban y su pierna izquierda subía y bajaba rápidamente, como si estuviera conteniéndose.
No hacía falta conocer demasiado a Jungkook como para saber que ansiaba jugar junto a los demás, pero los compañeros de clase jamás se lo permitían. Si no fuera tan imbécil Hoseok sentiría pena por él.
En especial porque Jungkook le gustaban mucho los deportes.
Recordaba cuando eran niños y Jungkook era muy competitivo con ello, pero aun así, hacía todo para que Hoseok mejorara en ello y le ganara. Luego de eso, Hoseok no volvió a esforzarse en esos juegos físicos.
Los ojos de Hoseok empezaron a apreciar un poco más el rostro de Jungkook, también tenía calor, la piel de su cuello parecía brillar y unos mechones de su cabello se juntaban por el mismo sudor.
La mirada de Jungkook fue la que lo distrajo de su salivación, al notar que estaba viendo en su dirección cerro la boca de golpe y frunció el ceño. Pero Jungkook no parecía molesto, en cambio, parecía distraído, como si no lo viera directamente a él.
Hoseok levanto la ceja cuando vio como Jungkook entre lamió sus labios, y su cabeza se movió de abajo hacía arriba, de manera lenta y tortuosa, como si estuviese viendo cada detalle. Las piernas de Hoseok se tensaron, hasta que un hormigueo las hizo sentir que iban a empezar a temblar. Ni siquiera quería moverse para ver a quien se hallaba detrás de él, con una expresión como si quisiera devorar a aquella persona de una sola mordida. Pudo ver como su mano la llevo hasta una de sus piernas y se enterró las yemas de sus dedos en uno de sus muslos, con fuerza.