𝟎𝟖

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El día es lluvioso. Estoy afuera de mi casa, mientras leo un libro y escribo esto. El sonido constante de la lluvia golpeando el suelo es lo único que rompe el silencio, acompañando el paso de las páginas que leo y las palabras que escribo. El cielo gris y el aire fresco crean una atmósfera melancólica, perfecta para perderme en mis pensamientos.

A lo lejos, algo capta mi atención. Estoy visualizando a alguien. Me está observando fijamente. Es una mujer, usando un paraguas. Está muy bien abrigada, y su figura esborra el horizonte entre la neblina y la cortina de agua que cae del cielo. No puedo reconocer el rostro, pues la distancia y la capucha de su abrigo lo ocultan en las sombras. Sin embargo, hay algo en su postura, en la forma en que me mira, que me resulta inquietantemente familiar.

Me detengo, dejando el libro y el lápiz a un lado, sin apartar la vista de ella. ¿Quién es? ¿Por qué está ahí, de pie, observándome en silencio? El tiempo parece detenerse mientras intento desentrañar el misterio que trae consigo.

La mujer no se mueve, sigue allí, inmóvil, como si esperara algo de mí, algo que no alcanzo a comprender. Una extraña sensación se instala en mi pecho, una mezcla de curiosidad y temor.

El viento sopla con más fuerza, y la lluvia parece intensificarse. A pesar de la distancia, siento que sus ojos están clavados en mí, como si intentara comunicarme algo sin palabras. Me debato entre quedarme donde estoy o acercarme para descubrir quién es, pero una parte de mí teme lo que pueda encontrar.

Finalmente, tomo una decisión. Me levanto despacio, sin apartar la mirada de la mujer, y comienzo a caminar hacia ella. Cada paso que doy es pesado, como si el aire mismo se resistiera a mi avance. La distancia entre nosotras se acorta, pero la incertidumbre crece con cada metro que recorro.

Pero antes de que pueda llegar lo suficientemente cerca para distinguir su rostro, algo cambia. La mujer gira lentamente, dándome la espalda, y comienza a alejarse, caminando con calma bajo la lluvia, como si no tuviera prisa en desaparecer.

— ¡Espera! — murmuro, pero mi voz se pierde en el sonido de la tormenta. Aumento el paso, casi corriendo tras ella, pero el terreno resbaladizo y la lluvia impiden que avance rápido.

Para cuando llego al lugar donde la vi por primera vez, la mujer ya no está. Lo único que queda es la lluvia, y una sensación de que algo importante se me ha escapado.

Time ⁞ MiChaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora