𝟎𝟔

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Recuerdo nuestros gritos en el aeropuerto, rogando para que no nos separaran. Mis padres nunca se opusieron a lo nuestro, lástima que en tu caso haya sido distinto. Era como si el mundo entero conspirara para alejarnos, como si aquellos muros de acero y cristal se convirtieran en barreras insuperables que reflejaban la distancia que comenzaba a crecer entre nosotras.

Tu madre, con su mirada fría y calculadora, insistía en que debías volver, en que esto era solo un capricho pasajero, una ilusión que debías olvidar. Tus padres nunca entendieron lo que significábamos la una para la otra, ni lo profundo de nuestro amor. Para ellos, yo era una distracción, un obstáculo en tu camino hacia el futuro que habían planeado para ti, un futuro que no incluía a alguien como yo.

Te vi luchar con todas tus fuerzas, peleando contra lo inevitable, aferrándote a mis manos mientras nuestras lágrimas corrían por nuestros rostros. Pero al final, no hubo nada que pudiéramos hacer. Las despedidas se sintieron como una traición, como si hubiéramos sido derrotados por fuerzas más grandes que nosotros.

Cuando te vi alejarte, llevada a la fuerza, supe que una parte de mí se iba contigo. Me quedé allí, de pie en medio del caos, sintiendo cómo el vacío comenzaba a instalarse en mi pecho. Desde ese día, el aeropuerto se convirtió en un lugar que evito a toda costa, un recordatorio de la crueldad de la distancia y de lo que perdimos.

Me pregunto si alguna vez logramos superarlo, o si seguimos siendo esas dos almas que se despidieron entre gritos y lágrimas, esperando que el destino fuera lo suficientemente misericordioso para darnos una nueva oportunidad. Pero la vida continuó, y aunque he tratado de seguir adelante, esos recuerdos siguen vivos, presentes en cada rincón de mi mente, recordándome que, en algún lugar, todavía seguimos rogando, en silencio, para que no nos separen.

— Chaeyoung.

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