Capitulo V

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La biblioteca del colegio Weston estaba envuelta en un silencio misterioso, como si los libros y los pasillos guardaran secretos que solo se revelaban a aquellos que se atrevían a buscarlos.
En ese refugio de conocimiento, Sebastian y Ciel, profesor y alumno se encontraban solos, rodeados de estantes que parecían llegar al cielo y mesas de madera oscura que brillaban con un resplandor suave.
La luz del atardecer se filtraba a través de las ventanas altas, bañando el espacio en un cálido resplandor anaranjado que parecía envolver a los dos jóvenes en un abrazo cálido y acogedor.
En ese momento, el tiempo parecía detenerse y solo existía el presente, mientras Sebastian y Ciel se miraban a los ojos, sus corazones latiendo al unísono en un ritmo que solo ellos podían escuchar.

Ciel se sintió confundido y abrumado ¿Por qué se sentía tan atraído por él? Ciel no podía negar la conexión que sentía con Michaelis, pero tampoco podía entender por qué era tan fuerte.

Sebastian se acercó aún más, su rostro estaba a pocos centímetros del de Ciel. Ciel podía sentir su aliento en su piel y eso lo hizo estremecer.

-¿Qué pasa, Ciel? -preguntó el profesor Michaelis, su voz baja y suave.-

Aquel joven no podía articular palabra, el mayor sonrió y se acercó aún más.
Ciel estaba emocionado con la cercanía del profesor Michaelis, quería besarlo, cuando sus labios estaban a punto de tocarse, el mayor se detuvo y se alejó un poco, Ciel se sintió confundido y un poco decepcionado.

-No quisiera hacerte sentir incómod...

El profesor Michaelis no pudo terminar de decir aquella frase ya que Ciel se puso de puntillas y cayo sus labios con un beso.
Aquel beso era apasionado e intenso. El mayor se sintió abrumado, sin duda era algo que no esperaba de aquel jovencito inocente, pero no podía negar esa atracción que sentía hacia el joven, no podía ocultarlo más, le deseaba.
El profesor Michaelis se dejó llevar por el beso, su corazón latía rápidamente, no quería que parara.
Ciel se separó un momento, su mirada era intensa y apasionada.

-Me gustas... Sebastián -susurró, antes de volver a besarle.-

El profesor Michaelis se sintió abrumado por el actuar de Ciel, no esperaba llevar las de perder en su propio juego de seducción.
Eso lo hacía sentir más atracción hacia el joven, tanto que se dejó llevar por el momento, sin pensar en las consecuencias.
Aquel beso continuó durante lo que pareció una eternidad, hasta que finalmente se separaron, sin aliento y con los corazones latiendo rápidamente.
Ciel sonrió, su mirada era brillante, con deseo, se acercó nuevamente, su rostro estaba muy cerca del mayor

-Quiero más... Sebastian... -susurró, su aliento rozaba los labios de su profesor.-

-Yo también quiero más...Ciel... -respondió, su voz era casi un susurro.-

Ciel lo atrajo hacia él para besarle, el profesor Michaelis lo tomo de la cintura para profundizar aquel beso.
La habitación se llenó de un silencio expectante, solo roto por el sonido de sus besos y sus respiraciones entrecortadas.
Ciel y Sebastián se perdieron en el momento, sin pensar en nada más que en la pasión que los consumía, la cual crecía a cada momento, sus besos y caricias se volvían más intensos y apasionados.
La biblioteca se llenó de un calor y una energía que parecía no tener fin, hasta que el joven se separó del mayor con sus mejillas teñidas de rojo y unos jadeos provenientes de sus labios.

-Te veré más tarde en tu oficina... Sebastian... -dijo coquetamente Ciel mientras jugueteaba con el rosario que colgaba del cuello de Sebastian y acariciaba con la mano izquierda el pecho de Sebastian, sobre aquella túnica completamente oscura.-

El profesor Michaelis estaba petrificado, no sabía que era eso que acababa de pasar, Ciel había tomado la delantera en su juego de seducción.
No se percató del momento en que Ciel abandonó la biblioteca, ahora estaba solo y con una notable erección que trato de esconder bajo su túnica.
No le quedó más remedio que organizar la biblioteca mientras intentaba reincorporarse y esconder su evidente excitación, su mente estaba llena de pensamientos y emociones encontradas.
No podía creer que Ciel había tomado la iniciativa y lo había dejado sin aliento.
Aquellos besos, la forma en que Ciel había jugueteado con su rosario y acariciado su pecho había sido tan sensual y provocativa que el mayor no podía evitar sentirse aún más atraído por él.
No podía dejar de pensar en el joven y no podía esperar para ver a Ciel de nuevo en su oficina.

El favorito del profesor [Black Butler] (SebaCiel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora