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Nicole
Cuando me despierto, el tren todavía sigue en marcha. Me incorporo y me froto los ojos. Estoy un poco aturdida. Me vuelvo, y a mi lado está sentado un muchacho, que me mira sonriente. Me ha pillado por sorpresa.

- Al fin despiertas- dice, muy sereno, como si se tratase de alguien que conozco de toda la vida-. Llevas casi todo el camino durmiendo.

Le miro sin entender a qué viene todo esto, y me giro hacia el otro lado del asiento, donde está el pasillo. Todo el mundo actúa con normalidad, así que no ha debido de ocurrir nada. Le miro, claramente confundida.

- Oh, es verdad. Todavía ni me he presentado. Me llamo Tom- dice, y me mira, como si esperara respuesta.

- Ah. Y... ¿qué haces aquí?- digo, haciendo un gesto con la mano, señalándole los asientos.

- Bueno, pues la verdad es que, hace unos meses...

- No. Que, ¿por qué estás...aquí?- le interrumpo, marcando la última palabra.

- Ah. Pues...porque este es mi asiento, señorita- dice mientras me mira a los ojos. Me ruborizo, tal vez por la forma en que me mira o puede que sea el hecho de que me haya llamado señorita.

El chico es bastante guapo. Es moreno con unos ojos oscuros muy bonitos. Y tiene una bonita sonrisa.

Veo como me analiza. Y, tal vez crea que no me he dado cuenta, pero sus pupilas se dilatan y se ruboriza cuando me mira. No sé a qué viene que últimamente le causo ese sentimiento a los chicos, porque hasta hace unos años, nunca había tenido mucho éxito en el amor. Pero tengo novio, así que, aunque tuviese a muchos perros babeando por mi, nunca le sería infiel. Al menos si él no me diese razones para hacerlo.

En cuanto se da cuenta de que he percatado toda la escena, sus mejillas se tornan de un tono más rosado que el anterior.

- Perdona. Es que...eres muy bonita.

Esta vez la que se ruboriza soy yo. No estoy acostumbrada a que la gente me diga cosas así. Danny me lo ha dicho muchas veces, pero nadie desconocido. Y eso es un gran paso.
Le miro y le sonrío. Y, de repente, como si Dios hubiese actuado, una voz que dice que nos aproximamos a la estación sale de un altavoz.

Empiezo a recoger mis cosas, para salir corriendo en cuanto el tren pare. Un segundo más con este muchacho, y las cosas se hubiesen tornado muy incómodas.

Cuando salgo de la estación, está lloviendo.

<<¿En serio?>> pienso, indignada.

Mi primer día y ya está lloviendo, aunque espero que solo sea una de esas tormentas de verano. El suelo está lleno de charcos, y no llevo paraguas, así que rápidamente pido un taxi, haciendo un gesto con la mano. Desafortunadamente, el primer taxi que veo, va demasiado rápido y me ignora, pasando sobre un charco y empapándome. Genial, esto no podía ir mejor. Eso me pasa por estar tan cerca de la carretera.

Estoy calada hasta los pies. Si no llego pronto a casa, enfermaré y no podré disfrutar de mi mejor amiga. Aunque, llevo tres años sin verla y no me ha pasado nada.

El siguiente taxi sí me ve, así que para cuidadosamente a unos metros de mí, meto el equipaje en el maletero y me siento en el asiento trasero. El conductor me mira con el ceño fruncido.

-Debes de haber estado mucho tiempo ahí esperando, ¿no?

Le fulmino con la mirada, así que se da la vuelta y centra la atención en la carretera, incómodo. Arranca, y se aclara la garganta:

-Bueno, me tendrás que decir a dónde quieres ir, ¿no?

-Sí, perdona. Querría ir a la calle Seventh Street, por favor- digo, muy cortés, a pesar de lo cabreada que estoy con el estúpido conductor que me ha mojado.

Cuando me deja en la calle, busco el portal. Vive en un tercer piso, con ascensor, así que me alivio al pensar que no tendré que subir y bajar las malditas escaleras. Encuentro el edificio de apartamentos. Encuentro la puerta adecuada, la de casa de Beth, mi amiga. Y aguardo ahí, frente a la puerta, mientras oigo el chasquido de las llaves en la cerradura de la puerta.

Simplemente, Te Quiero [#Wattys2015]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora