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Nicole
Entramos en el cubículo del aseo, intentando no llamar la atención. Eso solo supondría problemas. Por suerte encontramos uno libre. Sé que esto está mal, pero ambos lo necesitamos. Como una despedida.

Cuando nos encontramos juntos en aquel cubículo, le pongo las manos en el cuello, y entierro las manos en su oscuro y rizado pelo. Sus ojos azules me miran, aunque solo se le ve una delgada línea del iris. Sus pupilas ya están dilatadas. Aunque es poco para saber lo que va a pasar a continuación. Sé que lo está deseando, así que no lo hago esperar más. Bajo las manos hasta su cuello, encierro mis labios en los suyos. Es un beso suave, hasta que su lengua empieza a serpentear entre mi boca. Me acaricia el labio inferior. Es un sentimiento agradable. Pero entonces, tira del dobladillo de mi chaqueta. No llevo nada debajo. Bueno, la ropa interior. Niego con la cabeza, pero insiste. Pero lo vuelvo a negar. Estamos en un baño público. Rodeo su cintura con mis piernas. Me rodea con sus brazos. Se quita la camiseta, y paso los dedos por su firme torso. Mi madre estará pensando algo que no quiero, aunque sea verdad. Pero no vamos a pasar de unos simples besos. Cuando me doy cuenta de que estoy jadeando, me acorrala contra la pared y me sujeta las muñecas. Me besa, y, en cuanto se da cuenta de que hemos llegado demasiado lejos, me suelta las muñecas, y da fin a nuestro...encuentro con un beso en la frente. Nuestra respiración es agitada. Veo cómo me mira, bien satisfecho, y le abrazo. Me rodea con los brazos.

-Te quiero- digo, mirándolo mientras apoyo la barbilla en su pecho.

-Y yo también, nena- dice, cosa que me parece extraña ya que nunca me había llamado así.

En ese momento alguien entra en el servicio, y entra en el cubículo de al lado. Me dispongo a salir, suelta un quejido. Él se pone su camiseta indignado, y salimos del baño antes de que alguien nos pueda ver.

Cuando salimos, veo que mi madre está esperando en la mesa de antes, sonriente. Pero, sé perfectamente lo que se le está pasando ahora mismo por la cabeza. En ese momento, el móvil de Danny empieza a sonar. Qué oportuno. Se retira para contestar, y mientras mi madre se acerca a mi, demasiado seria.

- ¡¿Se puede saber qué habéis hecho en el baño?!- pregunta, susurrando demasiado alto.

Pongo los ojos en blanco.

- Madre mía, Nicole, tienes 18 años. ¡A ese tipo de tonterías me refiero! Al menos, ¿habéis tenido precauciones?- dice, alterada, a la vez que me coge del codo.

- ¿Qué? ¡Por Dios, mamá! ¡Es un baño público!- digo. Estoy nerviosa.

-¡Por eso mismo lo digo!- enseguida se da cuenta de que se ha delatado así misma, así que me suelta el codo.- Olvídalo.

Se aleja caminando con mi maleta en mano, esperando que la siga. Cuando miro a Danny, veo que sigue hablando, así que le cojo de la mano y tiro de él siguiendo a mi madre.

Cuando llegamos al raíl de mi tren, bajo la cabeza. Me voy a Washington 3 meses. No me apetece dejar a mi madre sola, y a Danny tampoco. Pero más bien, lo de Danny es miedo. La verdad es que quiero a Danny, y espero que no pase nada que me obligue a dejar de hacerlo.

Levanto la cabeza y veo a Danny delante de mí. Me pasa la mano por el brazo, y me muerdo el labio. Mi madre dijo que debía salir de una vez de Nueva York, y aquí estoy, cogiendo un tren a Washington.

Le doy un beso rápido a Danny, y un gran abrazo a mi madre, y veo cómo mi tren se va acercando. Me subo al tren y les digo adiós con la mano. Busco mi respectivo asiento, y cuando una chica vestida de uniforme me pregunta si quiero algo de beber, niego con la cabeza y me acurruco en el asiento.

Aunque me he levantado hace unas horas, me quedo dormida profundamente.

Simplemente, Te Quiero [#Wattys2015]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora