Capitulo 1: Al fin te encontré.

978 33 4
                                    

Bueno, esta es la historia de como conocí a Zed, les contaré como sucedió y todo lo que conllevo nuestro encuentro. Espero que les parezca divertida.
-Syndra.

Era una linda tarde, decidí usar ropa "normal", era un vestido con estampado de flores, unas sandalias y mi cabello suelto. Nunca me sentí tan cómoda en un lugar que no conocía, o al menos del cual no recordaba nada . Caminando por la ciudad, descubrí un montón de tiendas, todas con carteles y muy bien iluminadas. Hubo una que me llamó la atención, era una tienda de helados. Entré en ella y vi una vitrina llena de helados de diferentes sabores y colores, debía probar uno. Un poco tímida, me acerqué al mostrador y pedí uno que se veía bastante bueno. En la etiqueta decía "Vainilla". Debo admitir que desde ese momento, es mi sabor preferido de helado.

Seguí caminando por la ciudad, disfrutando de mi helado y mirando tienda tras tienda, "volveré mañana con mas dinero y así poder comprar algunas cosas" me dije una vez que mi helado se terminó. Ya era de noche, la luna brillaba en el cielo junto a las estrellas, por alguna razón, sentí que algo importante iba a pasar esa noche. Elegí caminar por una calle que fuera lo suficientemente oscura como para invocar un orbe y poder irme a casa sin que nade lo notara. Debido a que estaba un poco cansada, decidí sentarme en el suelo por un momento. Mientras descansaba, podía observar el maravilloso cielo nocturno que tanto me fascinaba ver, cerré los ojos y respiré hondamente. Un ligero sonido hizo que mis sentidos despertaran, había una presencia que probablemente estaba mirándome en ese mismo instante. "Espero que no me estén siguiendo, no soy la misma de antes." me dije a mi misma, no quería que me vieran como una amenaza, nunca más. Me levanté y armándome de valor pregunte al aire.
-¿Quién o qué eres? - Miré hacia un rincón que estaba bastante oscuro, mas de lo normal, no se me ocurría que podría ser, ni jamás lo pensé. Decidí irme a casa, pues mañana volvería a comprar mas cosas con el dinero que tenia ahorrado. Comencé a caminar para llegar a un lugar donde nadie me pudiese ver y así irme a casa.
De pronto, algo se materializó cerca de mi, era la presencia que había sentido hace unos minutos. Miré hacia donde estaba y resultó que era alguien.
-¿Quién eres?- Le pregunté un poco asustada. Tenía una máscara metálica a través de la cual solo se podían ver dos brillantes luces rojas. "¿Serán aquellos sus ojos?" me pregunte mentalmente. Comenzó a acercarse a mi rápidamente.
-Yo soy el que hace las preguntas.- Dicho esto, me di cuenta de que era un hombre quien me acechaba.- ¿Quién te envía?- Preguntó sin dejar de caminar hacia mi, su voz sonaba seria.
-Nadie me envía, ¿Quien eres tú? - Le pregunté completamente decidida, no sabia que me haria, ni por qué apareció el ahí.
-Soy Zed, ¿Cuál es tu nombre? -me preguntó rápidamente, al escuchar su nombre, me pareció familiar. Creo que en algún momento de mi entrenamiento oí hablar de él, pero no pude recordar por que.
-Me llamo Syndra, tranquilo, solo daba un paseo y estaba por irme a casa.- Le sonreí, ¿Que estaba haciendo? Me estaba mostrando demasiado tranquila en aquel momento, por alguna razón sabia que no me haría nada. Lo mire detenidamente mientras se acercaba a mi. Esa noche llevaba una capucha roja, una especie de "pechera" de metal, se veía muy pesada. Unos pantalones negros y sobre ellos llevaba un... ¿Pedazo de tela rojo?, en fin, en sus brazos tenia unas cuchillas que al inicio me parecían extraños, pero que ahora comprendo por que las tiene. Anhelaba ver su rostro.
-Bien Syndra.- Dijo mientras se acercaba mucho más a mi.- No me mientas, dime quien te envía o te mataré aquí mismo.- Casi al terminar esta frase, puso su brazo, sacando las cuchillas para acercarlas a mi cuello como una manera de ponerme violentamente contra la pared. Puse mi mano sobre su brazo para intentar quitarmelo del cuello pues me dolía. Me dolía la presión que ejercía sobre mi cuello y el golpe que me había dado en la espalda.
-¡Que no me envía nadie!- Le respondí casi gritando, por alguna razón lo miraba curiosamente a donde se encontraban (supuestamente) sus ojos, su rojo resplandor me parecía lindo. -¿Podrias soltarme? En verdad me estas dejando sin aire.- Le dije casi suplicándole para que me soltara.
-Acabas de interferir en mis planes, debo matarte aquí y ahora.- Dijo mirándome a los ojos y presionando cada vez más su brazo contra mi cuello. Las cuchillas estaban cada vez mas cerca de mi piel y podia sentir su filo helado. Por alguna razón, sabia que no me haría daño, o al menos no daño fisicamente. Me armé de valor, pues a pesar de todo, debía detenerlo.
- No me harás daño.- Le dije casi como susurro, apenas podía respirar por la presión que el estaba ejerciendo en mi cuello y no quería moverme, no podía arriesgarme a que me cortara el cuello con las cuchillas y morir desangrada ahí mismo. Se quedó ahí, mirándome, sin hacer movimiento alguno. Miré curiosamente al lugar donde se suponía que debía estar su rostro y él pareció notar mis intenciones.
-Vete a tu casa.- Me dijo con una voz fría y seria, liberandome por fin. - Si te encuentro otra vez, te mataré, y te juro que no lo dudaré un segundo.- Me dijo mientras se desvanecía dejando un hilo de sombras en su lugar.
-Vaya.- Me dije. - Que tipo mas raro...- me acaricie el cuello e invoque una esfera para luego tocarla e irme a casa.

¿Quien era él?, estaba segura de que lo conocía de algún lado. No podía dejar de pensar en el.
-¡Estuvo a punto de matarte y le sigues dando vueltas al asunto!- Me dije mientras me paseaba por la habitación. No podía creerlo, estuve a centímetros de morir. -De igual manera, Me gustaría verlo otra vez, creo que me estoy volviendo loca.- Suspiré y me acosté en mi cama. Ni siquiera podía imaginar lo que estaba por suceder.



Así que, ¿Esto es amor? (ZedxSyndra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora