Séptima parte

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Apenas podía creer lo que había sucedido en el baño, y antes de que pudiera procesarlo completamente, Max lo tomó firmemente de la muñeca y lo sacó del lugar. Sin una palabra, lo llevó a través del paddock con una determinación que casi lo hizo tropezar en su apuro por seguirle el paso. Las miradas curiosas no se hicieron esperar y a pesar de ser pocas claro que se crearía un chisme luego.

El neerlandés lo arrastró hasta su motorhome, abriendo la puerta de un tirón y empujándolo adentro con una intensidad palpable. Checo, sin perder su calma exterior, sacó su teléfono antes de que las cosas avanzaran más. Mientras el otro cerraba la puerta con un golpe seco, envió un mensaje rápido al grupo de sus amigos.

"Me encontré con Max. Inventen algo para que Hamilton no me busque, por favor."

Las respuestas no tardaron en llegar.

Lando: ¡Disfruta con tu león, tigre!

Bruce: Que no te muerda demasiado fuerte.

Pato: Con todo el power mexicano bebé.

George: Dale con todo campeón ó que el campeón te de con todo a tí, es lo mismo.

Charles: Te amo, cuídate.

Sonrió con un toque de diversión mientras guardaba su teléfono, pero esa sonrisa se desvaneció rápidamente cuando Max se acercó, su cuerpo irradiando una mezcla de celos y autoridad.

—¿Qué haces usando esa mercancía horrible?—gruño el rubio con una voz cargada de posesión.

El castaño levantó una ceja, mostrando que no se intimidaba fácilmente. Dio un paso adelante, reduciendo la distancia entre ellos, y mantuvo la mirada fija en sus ojos azules.

—¿Y si lo hago? ¿Cuál es el problema, Maxie?— se llevó las manos a la gorra y a la camiseta, jugando con los bordes de la tela como si estuviera considerando quitársela, pero en lugar de hacerlo, lo miró de nuevo, desafiándolo a hacer algo al respecto.

—Quiero que te quites esa mierda ahora mismo.

La tensión en el aire era palpable. El campeón no estaba acostumbrado a que lo retaran, y mucho menos en situaciones como esta. Pero en lugar de retroceder, el mexicano se mantuvo firme, disfrutando del poder que sentía al tener la capacidad de provocarlo.

Finalmente, el rubio dejó escapar un gruñido bajo y avanzó hacia él, acorralándolo contra la pared. El movimiento fue rápido, pero el mexicano no mostró signos de rendición. Incluso en esa posición, mantenía una mirada desafiante, sus labios curvados en una leve sonrisa.

—¿Y si no me la quito?— replicó, cruzando los brazos y mostrándose completamente seguro de sí mismo.

Max dio un paso adelante, reduciendo la distancia entre ambos hasta que sus rostros casi se tocaban. Su mirada era intensa, podía sentir la tensión en el aire. Sin embargo, se mantuvo firme, esperando ver qué haría el piloto.

—Te lo advertí— dijo en voz baja, sus palabras cargadas de amenaza y deseo.

Antes de que pudiera reaccionar, se abalanzó sobre él, agarrando la camiseta de Mercedes con firmeza. En un movimiento rápido y decidido, la rasgó, quitándosela con una mezcla de urgencia y dominio. Soltó un jadeo entrecortado, sorprendido pero sin perder su postura desafiante.

—Si no te la quitas tú, lo haré yo— dijo tirando la camiseta al suelo como si fuera basura.

Sin perder tiempo, se giró y sacó una camiseta de Red Bull con su propio número y nombre en la espalda. Se la lanzó y la atrapó al vuelo. Lo observó con una intensidad casi feroz, esperando a ver cómo reaccionaría.

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