prólogo

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Hola! Soy su autora favorita. Paso a avisar que voy a cambiar un poquito la forma de narrar, la verdad es que se me da mejor escribir en primera persona, si. Como si yo ubiese tenido alguna experiencia emocionante. Que disfruten! <3

"Dedicado a las amantes de lo prohibido"


¿Por dónde empiezo?

Supongo que por el principio. Les cuento, aún recuerdo como si fuera ayer. Tenía solo diez años y estaba emocionada de ver porfin una carrera de motos que se iba a realizar en el circuito cercano a mi casa. Mi padre, que era un mecánico famoso en el barrio, en aquel entonces, había preparado la motocicleta de su amigo, Gabriel, para una... Competencia.

Si así se le podía llamar a una carrera clandestina.

—Kia, ven a ver la moto de Gabriel.— Me dijo mi padre, mientras me llevaba al taller

La motocicleta era enorme en comparación conmigo, una niña pequeña frente a una bestia, recuerdo que era tan imponente eh impresionante, que me causaba escalofríos solo con tocarla.

Venga, ahí se notaba mi fanatismo.

Adoraba los detalles como la pintura negra y sus llantas anchas que le daban un toque misterioso, Gabriel, el amigo de mi padre era un hombre alto y sonriente que siempre que me saludaba se ofrecía a darme paseos para alimentar mi pequeña curiosidad.

—Hey pequeña. ¿Quieres sentarte en la moto?—

Asentí y rapidamente me colocaron en la moto, juro que por un instante sentí el poder del motor debajo de mí. Mientras gabriel me explicaba con firmeza cómo funcionaba la transmisión y cómo se manejaba la moto.

—¿Quieres probar?— Me preguntó.

Asentí emocionada, pero mi madre intervino.

—No, creo que sea buena idea. Ella es demasiado joven.—

Gabriel sonrió colocándose su casco de seguridad y de paso a mi también.

—No te preocupes, solo será un pequeño paseo.—

Mi madre aceptó, él me llevó a dar una vuelta alrededor del circuito. Sentí la adrenalina en mi cuerpo al sostenerme, miraba las rayitas esas del piso, se notaba que nadie ponía mucha producción para los encuentros, aunque de todas formas los autos aceleraban más que las motocicletas dañando cualquier pintura que se colocara, dejé de pensar en ello cuando me asome un poco logrando sentir el viento en mi cara. Fue realmente emocionante.

Después de la vuelta, Gabriel me dijo.

—Si te interesa ser como tu padre y tu familia deberías empezar a practicar.—

Créeme había intentado de todo.

Mi madre sonrió quitandome el casco.

—Tal vez cuando sea un poco mayor.—

Pero ese día nunca llegó. La carrera se realizó y Gabriel tuvo un accidente fatal.

El accidente ocurrió al día siguiente de mi paseo en moto con Gabriel. Estaba en el circuito, viendo la carrera con mis padres y otros espectadores. Gabriel estaba en la pista, compitiendo con otros pilotos.

Recuerdo que la carrera estaba siendo muy reñida, con los pilotos pasando muy cerca unos de otros, yo estaba concentrada viendo los modelos eh intentando concentrarme en Gabriel.

Él intentó pasar a otro piloto en una curva cerrada, pero perdió el control de la moto.

La motocicleta se deslizó hacia el lado izquierdo de la pista y Gabriel intentó corregir, pero fue demasiado tarde. Mi padre cubrió mis ojos antes de ver el impacto, pero antes escuché que la moto chocaba contra uno de los autos con el que Gabriel salió despedido

Oh no...

El silencio invadió la zona.

¿Qué estaba pasando?

Me quedé congelada, sin poder creer lo que estaba viendo. Mi madre gritó y corrió hacia la pista, junto con otros espectadores y los paramédicos.

Mi padre me dio la vuelta para acogerme en sus brazos, pero yo estaba confundida, el olor a gasolina, llantas quemadas y... sangre, era algo que no pasaba por alto.

Gabriel fue llevado en camilla fuera de la pista, con sangre en la cabeza y el cuerpo inmóvil. Mi madre estaba llorando y gritando su nombre.

Después de lo que pareció una eternidad, los paramédicos se llevaron a Gabriel en ambulancia. Mi padre me abrazó fuerte

—No te preocupes, Kia. Gabriel estará bien.—

Pero sabía que algo estaba mal. La cara de mi madre estaba llena de preocupación al volver con nosotros y los paramédicos parecían muy serios.

Más tarde, en el hospital, nos dieron la noticia: Gabriel había fallecido debido a las heridas sufridas en el accidente.

Mi madre se derrumbó, llorando desconsoladamente en los brazos de mi padre que intentaba ser fuerte. Yo estaba en shock, sin poder creer que Gabriel, el hombre que me había enseñado a amar la velocidad, había muerto.

Después de la muerte de Gabriel, mi madre y mi padre decidieron que era demasiado peligroso para mí seguir involucrada en el mundo de la velocidad o adrenalina. Me prohibieron ir al taller, me prohibieron acercarme a autos o motocicletas, incluso hablar del tema y me enfocaron en estudiar y tener una vida "normal".

Como si yo me ubiese metido esas ideas sola.

Me sentí como si me hubieran quitado una parte de mí. La pasión por la velocidad era algo que me hacía sentir viva, y de repente me lo habían arrebatado.

No iba a quedarse así.

Intenté rebelarme, pero mis padres fueron inflexibles. Me dijeron que era por mi propio bien, que no querían perderme como habían perdido a Gabriel.

Me sentí atrapada y frustrada. Empecé a sentir que mi vida no era mía, que mis padres me estaban controlando y decidendo por mí.

Comencé a buscar formas de desahogarme, de sentir la adrenalina que me faltaba. Empecé a estudiar, a practicar deportes extremos, pero nada me llenaba el vacío que sentía.

Y entonces, cuando cumplí dieciocho, descubrí la existencia de las carreras clandestinas en la ciudad. Me sentí atraída por la emoción y el peligro que conllevaban. Sabía que era algo que mis padres no aprobarían, pero no me importaba. Estaba decidida a seguir mi pasión, a sentir la velocidad y la adrenalina que me hacía sentir viva.

Rugido de MotoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora