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se preparó y fue al horario acordado en la ubicación acordada.

una vez en el domicilio, tocó brevemente la puerta, solicitando pasar.

-ah, buenos días. Adelante- abrió la puerta una mujer de tez blanquecina con ojos de color verdes, esbozando una sonrisa- mauro! vení! - gritó no tan alto la mujer en dirección a una habitación, seguramente la de su hijo.

en eso, apareció el tal "mauro monzón"
se presentó en la sala frotándose el ojo y arrastrando los pies con pereza, parecía que recién se despertaba de dormir, además de tener puesto un pijama de spiderman.
"adorable"
pensó en sus adentros.

el de ojos claros al verlo, se puso nervioso y se escondió detrás de su mamá, como si fuese un escudo que lo protegía

mauro no pronunció ni una sola palabra, simplemente observó todo con confusión y un deje de temor, desconfiando.

-mirá nene, no tengás miedo; él es tiago y viene a casa para acompañarte y cuidarte mientras papá y mamá trabajan, ¿si?- la mujer le contaba brevemente a su hijo la situación, con un tono de voz dulce y amable-.

ambos conectaron miradas, el peliblanco atinó a asentir ante las palabras de su progenitora y el más alto, le sonrió suavemente, tratando de no verse intimidante ante él y asustarlo peor.

la mujer antes de irse le dió las indicaciones a tiago de dónde se encontraban diversas cosas; como en dónde guardaban algunos alimentos, llaves de la casa por si les apetecía salir, algunos libros, entre más.

tiago no iba a aprovecharse de la confianza que le depositaron, iba a hacer el trabajo con responsabilidad y dedicación, obviamente.

-bueno maurito, contame, ¿qué te gusta hacer? o, ¿qué te gustaría hacer?- rompió el hielo, mirando a su contrario que jugaba con sus manitos y se balanceaba levemente de adelante hacia atrás.

-me gusta dibujar, escuchar música, la lluvia, los animales, comer los ñoquis que hace mamá...- se atrevió a hablar, comenzando a contarle algunos pasatiempos que lo apasionan y gustos personales de él. su tono de voz era bajito e inseguro, aunque comenzaba a hablar más fluido a lo largo de la conversación.

platicaron temas triviales y básicos durante la mañana, conociendo un cachito más del otro

tiago de vez en cuando hablaba más sobre él mismo para no agobiar a mauro con tantas preguntas, no quería que se sienta presionado

mau ya había entrado en confianza rápido con su cuidador, hablándole más, preguntándole cosas, teniendo más contacto con él, cosa que le hacía sentir enorgullecido al morocho.

almorzaron unos omelettes que preparó tiago, le salieron re bien ya que al vivir solo tuvo que aprender a cocinar.

al chico le brillaban los ojitos y sonreía mientras comía con ansias, parecía disfrutar mucho del plato

pacheco atinó a reír para no ponerse más nervioso ante lo tierno que se veía.

luego del almuerzo jugaron a las cartas, en el patio de la casa, se quedaron viendo un programa en la tele mientras se reían...

fue una tarde entretenida pero ciertamente agotadora

mauro a pesar de tener ya dieciocho años, seguía actuando de manera infantil e inocente

también debido a su trastorno y por los tratos en casa

pero era lindo saber que sus padres tenían consideración en el chico, invirtiendo plata para mantenerlo cuidado y entretenido.

-¿te hace frío?- preguntó entre risitas tiago, viendo como estaba arropado y con las mantas hasta las orejas-.

-mhm- musitó un sonido de afirmación acompañado de un asentimiento con su cabeza.

lo ayudó a taparse mejor, con cuidado y sin hacer ningún movimiento en falso que podría provocar un descontento en monzón.

le leyó uno de los libros que se encontró por ahí y, cuando iba por la mitad del mismo, quiso preguntarle si lo estaba entreteniendo o quería que lea otra cosa

pero ya estaba dormido.

tiago cerró el libro, ubicándolo nuevamente en su lugar, le echó un vistazo a mauro antes de salir y cerrar la puerta con cuidado detrás de él.

ya eran las doce de la madrugada y los dueños del hogar volvieron a casa; le agradecieron sus servicios y finalmente pudo irse de vuelta a su departamento.

ya eran las doce de la madrugada y los dueños del hogar volvieron a casa; le agradecieron sus servicios y finalmente pudo irse de vuelta a su departamento

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690 palabras.

𝘖𝘕𝘚𝘙𝘈 - 𝙡𝙞𝙩𝙞𝙖𝙜𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora