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Heng

Estaba en el mejor momento, lo tenía ya adolorido y de repente, ¡Rayos!, no puede ser. ¿ Que mierda le pasa a mi hermana?

Se levantó de las gradas y se llevó al imbécil con ella. Mire hacia donde estaba Paula y ella tenía la misma cara de sorpresa que Fer, Natalia y por supuesto yo.

Salí de la pista detrás de ellos, de lejos oía los gritos de Paula, me valía, quería saber cuál era el grandísimo plan de mi hermana. Ella lo guiaba a él y se dirigieron al baño?

¡Maldita sea María de los Ángeles!

Bufé, mi hermana a veces volaba mi paciencia, me oculte para ver qué se traía en mente, dónde ese idiota se propasara con ella, le partiría la cara.

Vi como ella quitó su camisa y empezó a tocar sus heridas, ¿ Pero que mierda es esta?

Tocaba como si su piel fuera seda y con el solo toque se arruinaría, él solo la observaba y con sus ojos seguía el recorrido de los toques que ella le daba. Mi sangre hervía, no era posible que mamá y yo querramos a ese imbécil lejos y sea mi hermana la que se ofrezca.

De un momento a otro, ella hagarro el botiquín y empezó a curar sus golpes, que para decir verdad, eran demasiado. Ninguno decía nada, era extraño lo que pasaba, ambos, parecían estar agusto con el silencio que había en el lugar.

— Te...te duele si pongo esto aquí — pregunto ella sin mirar a su rostro, solo atenta a su herida.

— Me dolería si fuera otra persona — imbécil ridículo, con sus líneas de galán barato — Pero como eres tú — tomo la mano donde ella tenía el algodón y la subió hasta sus labios y la beso — todo lo que venga de ti es perfecto Ángeles.

Dios, que era esto? Una mala obra de amor, maldito imbécil cuando te vea te voy a cortar la cabeza, mi corazón latía al cien, sentía mi sangre hervir, quería molerlo a golpes y que de él no quedará nada, con un Sarocha nadie se metía y menos un galán de pueblo.

Angeles que al parecer se había confundido de carrera y mostraba unos dotes inigualable para la enfermería, seguía sumida en su papel. Francesco con medio torso desnudo sentado en las butacas y ella de rodillas, de una maniobra magistral, logro acomodarla encima de sus piernas, sujeto su cintura y la acercó más a él.

La va besar, el maldito la va a besar. Quería irme, quería entrar y romperle la cara, quería hacer tantas cosas pero lo único que pude hacer fue seguir mirando .

— Que haces? — pregunto ella mirando los labios del cretino que la tenía sobre sus piernas.

— Quiero probar si todo en ti es tan bueno — Enserio Mariam ( así le decía para abreviar su nombre, María an, pero lo unia en fin)

Se fueron acercando y se besaron, vamos, quería aturdirlo, que desistiera y le hice un favor al idiota, se me olvidaba que mi hermana tenía síndrome de María Teresa de Calcuta, quería ayudar a todo aquel que se ponía en su paso.

Me levanté del lugar de donde estaba escondido y cuando di la última mirada, pude notar que el imbécil me estaba mirando.

¡Mierda!

Sabía que estaba ahí? Y aún así se atrevió a tocarla, mire con mucho desconcierto su actitud, la besaba, la tocaba y su mirada estaba fija en mi, podía notar su aura de victoria que lo sobre pasaba. Me iba devolver a romperle la cara, pero como siempre fui interrumpido por Paula que me jalo de aquel lugar y me llevo a la salida.

— Qué crees que haces Heng? — soltó mi mano cuando ya teníamos una distancia prudente.

— Qué crees tu Paula? — tenía ira reprimida, él sabía que estaba en el lugar y aún así, era osado de tocarla.

¿TE PUEDES QUEDAR?  TEMPORADA 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora