Eternal | BajiFuyu

5. Reencuentro

Hakkai reúne el coraje necesario para acercarse a la misteriosa casa abandonada a las afueras del pueblo. Se acerca porque, desde hace días, se ha percatado de dos cosas de suma importancia. La primera se presentó varias noches atrás, a través de una serie de vibraciones inusuales a mitad de la madrugada. Hakkai terminaba de redactar un reporte de lectura cuando captó la frecuencia proveniente de las montañas lejanas al norte. Habían pasado décadas desde la última vez que tuvo la oportunidad de percibir la comunicación de otro vampiro; con Yuzuha, debido a la distancia, una llamada telefónica es lo ideal. La segunda, fue un descubrimiento un poco más inquietante que el anterior, pues está relacionado con la casa a la que se aproxima justo ahora.

Antes, varias semanas antes, intentar poner un pie en un radio menor a diez metros le era imposible. Sin embargo, un par de días atrás, de regreso de la universidad, Hakkai se dio cuenta de que algo había cambiado. Su sensibilidad a la energía mágica le indicaba que aquel campo que protegía a dicha construcción, estaba fluctuando o había desaparecido por completo.

Es así que, en este preciso instante, sale del pueblo con una dirección en específico. Podrìa agilizar las cosas si tan solo hiciera uso de sus poderes de vampiro, mas lo evita a consciencia. Es temprano, la mayoría de las personas en el pueblo comienza con sus actividades diarias y los caminos rara vez están completamente vacíos. De ninguna manera correrá el riesgo de que alguien lo vea cambiar de lugar a una velocidad inhumana.

Veinte metros hasta el punto que identifica como el comienzo de la barrera que siempre le impide acercarse a la casa. En el ambiente quedan residuos de un aroma peculiar. Peculiar y conocido, incluso si no logra extraer de sus memorias a quién pertenece. Aprieta los puños a los costados de su cuerpo cuando está a menos de diez metros de su destino. Continúa avanzando, cada paso más vacilante que el anterior. Al quedar justo en el límite, se detiene y estira el brazo.

Si la barrera todavía estuviera ahí, no habría manera de que su extremidad consiguiera cruzar al otro lado; pero lo hace.

—No puede ser posible —murmura, con la incredulidad plasmada en su rostro. Un paso más, todo su cuerpo está ahora del otro lado, como nunca antes había podido.

Si Hakkai tuviera un corazón, igual a cualquier humano promedio, este sería el momento en el que sus palpitaciones se acelerarían. En lugar de ello, agita la cabeza y trata de sacar el celular de su bolsillo.

Más vale que Yuzuha esté por llegar.

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Aterriza con la elegancia que lo caracteriza. A su lado, apenas milésimas de segundo después, descienden Mikey, Sanzu y Mitsuya. Kazutora, en cambio, ya está en el borde de la montaña, con la mirada fija hacia un asentamiento humano que se ubica en el valle. Puede que Hajime no sea el líder del grupo, pero sí quien se encarga de cubrirles las espaldas y administrar sus recursos, por lo que no aprueba los métodos del resto la mayoría de las ocasiones.

Esta es una de ellas, por supuesto.

—¿Se puede saber qué estabas pensando al adelantarte de esta manera? —reclama con desdén, tras cruzar los brazos. Es inadmisible que siempre olvide tomar las precauciones más básicas—. Por si se te olvida, estamos en una época en la que casi cualquier dispositivo podría detectarnos fácilmente. Fue suficiente con el desastre de la vez que una cámara de vigilancia captó a Mikey...

Antes que tenga la oportunidad de terminar su discurso, Sanzu se desplaza desde atrás para agarrarlo por el cuello. Los pies de Hajime apenas acarician el suelo con las puntas.

—¡Cierra la puta boca! —le exige mientras lo mantiene en el aire. El rostro del vampiro de cabello rosa muestra ferocidad, la manera en la que sus ojos rojos brillan es un claro indicio de peligro—. ¡¿Quién crees que eres para quejarte de Mikey?!