Escuchamos el sonido de los tacones de Priscilla resonaban rítmicamente contra el pavimento mientras se acercaba a la barbería donde Seven trabaja y donde Ren se supone que está. Llevaba una ropa carmesí que aunque sea casual emanaba una aura de elegancia y se ondeaba ligeramente con la brisa, la imagen misma de la confianza a pesar de la furia que hervía bajo su exterior compuesto. Sus pensamientos estaban enfocados en su plan, en los pasos que debía dar para acercarse a Ren. Había dejado que Ayanokouji continuara con su cita con aquella chica. Ahora era su turno, y estaba decidida a aprovechar su momento.
Se acercó a la barbería, sus ojos al notar a los clientes dentro. Tch. Molestias. Fue lo que pensó, decidiendo esperar a que se fueran antes de hacer su movimiento. Necesitaba privacidad para lo que estaba a punto de hacer, y no sería conveniente tener testigos.
Pero justo cuando Priscilla se preparaba para dar un paso adelante, una fuerza repentina la jaló hacia atrás. Ahogó un grito al sentir una mano agarrándola del cuello de su vestido, tirando de ella con sorprendente fuerza. No tuvo tiempo ni de reaccionar antes de ser arrastrada a través de lo que parecía vidrio líquido. El mundo a su alrededor se onduló y distorsionó, y luego todo se volvió negro por un breve segundo.
Lo siguiente que supo fue que estaba en el frío, duro suelo, el aire expulsado de sus pulmones. Sus sentidos se enfocaron rápidamente, y se levantó de un salto, sus ojos carmesíes destellando con indignación. Miró a su alrededor, su entorno ahora completamente diferente al lugar donde había estado hace apenas unos momentos.
El mundo se había transformado en un reflejo distorsionado de la realidad: el Mirror World. Era básicamente un reflejo del mundo real solo que todo está al revés como el letrero que se veía normal estaba al revés como su lo estuviera viendo desde un espejo. El aire estaba cargado de un silencio inquietante, como si ni siquiera el viento se atreviera a moverse allí. Y frente a ella, tranquila e imponente, estaba Kan'U Unchou, empuñando su enorme Seiryuto, la Hoja de Media Luna del Dragón Verde.
Priscilla: Tú. ¿Qué es esta vez? ¿Otro intento patético de detenerme? ¿Cuántas veces más deben ustedes idiotas interferir?
(Priscilla siseó sacudiéndose el polvo de la ropa mientras se levantaba.)Kan'U: Deberías saber ya que no te dejaremos acercarte a Ren. Y creo que eres plenamente consciente de eso, Priscilla.
(Kan'U permaneció impasible ante las palabras venenosas de Priscilla. Su postura era disciplinada, su agarre sobre el Seiryuto firme pero relajado. Miraba con una expresión tranquila e inescrutable.)Priscilla: Ya estoy harta de tus tonterías santurronas. Actúas como si lo estuvieras protegiendo, pero todos ustedes solo se están aferrando a su poder como sanguijuelas. No son mejores que yo.
(Priscilla torció sus labios en una mueca de desdén.)Mientras su confrontación se intensificaba, los ojos agudos de Priscilla notaron movimiento en las superficies reflectantes que las rodeaban. Emergiendo de los espejos, cuatro siluetas se unieron a Kan'U, eran Asuka, Homura, Katsuragi y Yomi. Quienes claramente no habían sido simplemente convocadas; habían entrado voluntariamente en este Mirror World, una dimensión paralela donde todo parecía invertido, como si se viera a través de un reflejo.
Priscilla: ¿Creen que pueden pelear contra mí sin los poderes que Ren les concedió? Qué risa. Sus viejos trucos son inútiles ahora. ¿No me digan que van a confiar en esas habilidades obsoletas?
(Priscilla se burló, apretando con fuerza la empuñadura de su Espada Yang, cuya hoja carmesí brillaba como los primeros rayos del amanecer, al ver que estas están utilizando sus armas shinobi.)Asuka: Somos shinobi. Nuestro entrenamiento es lo que nos define, no solo los poderes que Ren nos dio.
(Asuka habló con calma pero resuelta, sus ojos se cruzaron con los de la mujer con una feroz determinación. Sostenía sus wakizashi gemelos, el peso familiar de las espadas la anclaba. A pesar de todo, sabía que sus habilidades habían sido perfeccionadas a través de incontables batallas, mucho antes de que el poder de su esposo se convirtiera en una parte de su vida.)