En un mundo donde el 80% de la población mundial desarrollo superpoderes denominados "Quirks" y el otro 20% restante que no lograban desarrollar uno se les conocia como quirkless.
Venir de una familia de quirkless y tener el sueño de convertirse en...
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Silencio. Eso era lo que se percibía en aquel ambiente tan extraño y a la vez cercano para mí.
Ya habían pasado un par de semanas desde mi renacimiento, por lo poco que he podido saber hasta el momento es que me encuentro en Japón, toda mi familia son japoneses y también sus nombres.
Mi madre se llama Naomi y es una mujer de gran carácter, pero también muy burlona y alegre. Un gran contraste con mi padre, Hitoshi, es un hombre tranquilo y amable, aunque no muy expresivo.
Por otro lado, la mujer que ví al principio resultó ser mi abuela, la madre de mi padre, tienen la misma personalidad solo que ella es más expresiva y tiene ese característico aire maternal dulce que acompaña a las abuelas. Mi abuelo, Hajime, parece el típico hombre estadounidense que saca la escopeta ante la más mínima oportunidad, solo que el no tiene escopeta, y tampoco es estadounidense.
Y por último, Keiji, es mi tío y el hermano de papá. un niño muy alegre y energético, es lindo cuando viene de clases y me cuenta todo su día, aunque debo admitir que resulta abrumador a veces.
Los primeros días me he negado a comer por las buenas y he hecho berrinche hasta por las más mínimas cosas, no quiero parecer infantil, después de todo ¡Tengo 22 años! Pero me cuesta tanto acostumbrarme a otro ambiente, lejos de mi familia y teniendo que asimilar mi muerte.
Me siento mal por darle tantos problemas a mi nueva familia, con mi llanto a plena madrugada o las negativas a comer, ¡Pero es tan complicado adaptarse!
Yo solo quería morir como una persona normal y si era posible, encontrarme en algún lugar con mamá, papá, Carlos y Catalina.
Nunca fui una fiel creyente a nada, tampoco creía en un cielo o infierno, pero tenía la esperanza de ver a mis seres queridos una última vez antes de desaparecer, ¡No esto!
Es decir es lindo tener una nueva oportunidad y todo, sobre todo con esta familia tan agradable, pero aún así es inevitable lamentar lo que en definitiva voy a extrañar.
—Vamos Ayano, cariño, come un poco—La voz de mi madre me saco de mis pensamientos.
Por cierto, ahora me llamo Ayano Miyama. Mi nueva madre tiene unos cuantos minutos intentando alimentarme pero no me he dejado, se me hace tan incómodo tener que pegarme de ahí, ¡No soy un bebé!
Bueno, en realidad si lo soy... ¡Pero me niego a aceptarlo! Mi objetivo es que se den cuenta que no quiero que me amamanten y busquen una solución, porque he de admitir que si tengo hambre.
—Tal vez deberías probar extrayendo la leche y dandosela aparte—Mi abuela, quien se encontraba en el sillón contrario al de mi madre, tejiendo, dió su opinión.
