Extra 4

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- Maldita sea. - Lauren gimió, girándose en la cama hasta quedar boca arriba, mientras cerraba los ojos con fuerza. - No, pequeña, tranquila. - Susurró, pero su hija no le hizo caso, y siguió pateándola mientras ella intentaba volver a dormirse. - Creo que nos equivocamos. - Suspiró cuando sintió a su esposa entrar en el cuarto. - Es un niño. -Le informó. - Y va a ser futbolista. -

Camila sonrió mientras se sentaba junto a ella en la cama y corría las sábanas para acariciar su abultado vientre.

- ¿Nuestra pequeña está inquieta hoy? -

- Más que eso. - Susurró Lauren mientras abría, adormilada, los ojos. - Está loca. -

Camila soltó una carcajada mientras Lauren volvía a gemir, y se inclinó para besar a su esposa en los labios.

- Buenos días, mi amor. -

- Hola. - Susurró la ojiverde, levantando su mano derecha para acariciar el cabello de su esposa. - ¿Qué hora es? -

- Las nueve. Tenemos el turno con el obstetra. -

- El nuevo obstetra. - Masculló Lauren mientras se sentaba, con ayuda de la castaña, en la cama. - No puedo creer que la Dra. Lancaster se haya ido de vacaciones. -

- Vamos, arriba gordita. - Camila se levantó, tomándola por las axilas y poniéndola de pie junto a ella.

Lauren bufó.

- Vuelve a llamarme "gordita" y voy a golpearte. - Masculló, mientras caminaba hacia el baño.

Camila sonrió mientras observaba el andar algo inestable de su esposa.

- Eres tan sexi. - La castaña soltó una carcajada cuando Lauren se giró una vez dentro del baño y le enseñó el dedo medio antes de cerrar la puerta.

Era increíble lo mucho que Lauren había cambiado. Ya no era una niña inocente y adorable.

Bueno, sí que era adorable, con su panza gigante y sus enormes ojos esmeraldas. Y a veces podía dejarse entrever algo de aquella actitud tan ingenua que había tenido hacía años, algo que Camila adoraba.

Pero ahora era una mujer. Una mujer preparada para dar la vida por su hija y su esposa. Y Camila adoraba muchísimo más a su pequeña leona.

Treinta minutos más tarde, Lauren se acomodó en el asiento del coche y dejó que Camila le colocara el cinturón de seguridad.

- Odio la ropa prenatal. - Susurró mientras observaba la remera rosada que se ajustaba con un pequeño moñito bajo el busto.

- Te ves adorable. - Respondió su esposa, acariciando su mejilla rápidamente antes de encender el coche.

Lauren soltó una risita de bebe mientras la observaba con adoración.

- Para ti siempre voy a lucir adorable. Hasta cuando tenga setenta años y esté toda arrugada. -

Camila soltó una carcajada mientras apretaba su rodilla.

- Siempre serás adorable. -

Lauren se mordió el labio, con una sonrisa, antes de girar el rostro hacia las calles de la ciudad que pasaban junto a su ventanilla.

- Espero que el doctor no sea un idiota. - Susurró. La morena soltó una carcajada.

- El doctor no será un idiota, cariño. - Sentenció.

El doctor era un idiota. Pensó Camila, mientras lo observaba saludar a Lauren con un beso en cada mejilla y tocar la barriga de su esposa.

Un idiota.

The Tattoo (Camren) Mini-historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora