Extra 3

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Lauren se llevó una mano a la boca con un jadeo, abriendo los ojos como platos sin despegar la mirada del signo "+".

Oh, Dios. Oh mi Dios.

— Cielos. - Susurró, antes de inspirar hondo y dejar el test de embarazo sobre el mueble del baño, mirándose al espejo con los ojos como platos.

Su teléfono comenzó a sonar en alguna parte de la habitación, pero lo ignoró, mientras se levantaba con manos temblorosas la playera blanca que traía puesta y posicionaba una mano sobre su estómago.

Su hijo crecía allí.

Mi hijo. Nuestro hijo.

— Hola, pequeñín. - Susurró, bajando la mirada hacia su ombligo y con una sonrisa cada vez más grande extendiéndose por su rostro. - Hola, mi amor.

Unas cuantas lágrimas se escurrieron por sus mejillas, y se las secó lentamente, sin dejar de observar su estómago.

Tenía tantas cosas que hacer.

Tenía que ir a la doctora, averiguar de cuánto tiempo estaba embarazada, decirle a Camila...

Decirle a Camila.

La pelinegra la conocía lo suficientemente bien como para saber que se iba a poner loca de felicidad.

Dos años después de casarse, habían decidido que querían ampliar la familia, pero las cosas no habían ido como ellas se imaginaban.

Según los análisis a los que se habían sometido, no había nada mal en ninguno de ellas, pero Lauren creía que habían cometido un error, porque ella no podía quedar embarazada.

Simplemente, no sucedía.

Ahora, cuatro años después de aquel hermoso día en que se convirtieron esposa y mujer, cuando estaban comenzando a considerar la idea de la adopción, aquello sucedió.

Y Lauren se sentía la mujer más feliz del Universo entero.

Su teléfono volvió a sonar con un ringtone estruendoso, y con un suspiro se encaminó hacia la habitación para tomarlo entre sus manos.

- Alice. - Dijo en cuanto se llevó el aparatito al oído. - ¿Todo bien? –

- No, todo mal. El idiota de mi marido está tatuando a una perra en una teta, ¡En una teta! - Chilló su amiga al otro lado de la línea, y Lauren soltó una carcajada para luego hacer una mueca.

Alice y Aaròn se habían casado hacía dos años, y eran el matrimonio más tormentoso que Lauren había conocido. Siempre peleaban, pero siempre, siempre, se reconciliaban. Y más te valía no estar cerca cuando lo hacían, o terminarías traumado.

- Eso es algo extremo. –

- ¿¡Te parece!? - Alice bufó. - Me fui de allí para no tener que verla babeando sobre él como una idiota. Córrete, mierda. –

- ¿Al? –

- Lo siento, un imbécil en mi camino. –

- Relájate, sabes que Aaaron no tiene ojos para nadie más que para ti. –

- Lauren, se va a pasar la próxima media hora mirando el seno de otra mujer. - Alice soltó un gimoteo. - Y encima era un seno mucho más grande que el mío. -

Lauren soltó una carcajada mientras se sentaba sobre la cama con un suspiro.

- A Aarón no le va a interesar, estoy segura. Oye, Al, ¿Sabes si Camila seguía allí cuando te fuiste? –

The Tattoo (Camren) Mini-historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora