Spicy L.S

Confession

Una semana había pasado, una semana que no volvió a ver a Harry. Eso era bueno, ahora que se había sacado la espina podía seguir concentrándose en lo suyo. Sus notas, sus tareas; se acercaban los exámenes de mitad de semestre. Sin embargo, toda la semana no pudo concentrarse. Estaba distraído, torpe, confundido, pensativo, callado, y sus amigos comenzaban a notarlo. Ya comenzó a levantar sospechas cuando salió del bar sin despedirse y antes que acabara el partido.

Viernes por la tarde, de regreso a su departamento, iba caminando y conversando con Kyle y Niall. Quizás Kyle podría saber algo, cualquier cosa, sobre Harry. Quizás Harry también haya estado preguntando por él. De lo que sí estaba seguro es que, si pronto no comentaba algo sobre lo que decían, comenzarían las preguntas sobre su silencio.

–Vamos hombre, solo dilo. No voy a juzgarte. Sabes que no lo haría –. Y ahí estaba el comienzo del interrogatorio que Louis tanto temía. Y provenía del primer flanco, Niall.

–No sé de qué hablas –. Claro, tomar el camino de la negación podría funcionar.

–Bueno, si quieres saber algo sobre Harry...– comenzó Kyle.

–¿Quién dice que quiero saber algo sobre Harry?

–Bien, entonces no quieres saber sobre Harry–. Hubo un incómodo silencio por parte de los tres participantes. Louis no sabía cómo responder a eso.

–Entonces, como decía...– Niall intentó retomar la conversación.

–¿Sabes algo Harry?

Kyle suspiró resignado –. No sé nada sobre Harry. Si quieres saber algo tienes que hablar con mi hermano. Él es más su amigo.

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Llegó a su casa, se sentó en el sofá. Llevaba media hora mirando el celular, esperando por una señal divina para no presionar el botón de llamar. Cuando lo hizo, escuchó el timbre tres veces hasta que una voz le respondió.

–¿Louis, hola?

–Hola, Josh. ¿Qué tal?

–Bieeen –. Podía notar comicidad en sus palabras.

–Mira, lo diré directamente ¿Me puedes dar el número de Harry? –Quizás era su mente, pero a este punto Louis ya podía sentir la comicidad hasta en la respiración de la otra persona.

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Sábado por la tarde. Había pasado casi todo el día limpiando la casa. Organizando papeles, cuentas. Estudiando un poco. Ya no tenía más tareas pendientes que ocuparan su mente y le quitaran la comezón de las manos. Pronto se encontró recostado en su sofá mirando la pantalla del celular.

El corazón de Louis palpitaba con fuerza al ritmo del tono de espera. Si latía más rápido probablemente se salga de su pecho. Comenzaba a sudarle las manos y a sentir frio en la espalda. Un trago de la botella de vodka que tenía en la mano podía ayudar. De pronto sintió que alguien descolgó del otro lado de la llamada. Louis solo tomo impulso y no paró.

–No esperaba llamarte, y menos para decirte esto –tomó aire y valor–. Creo que si alguien me hubiese dicho hace unos meses que estaría aquí, con el teléfono en la mano, diciéndote... lo que estoy a punto de decirte, habría pensado que estaban locos. Pero aquí estoy –. No sabía si continuar, pero Louis no iba a ser un cobarde, no en este momento –. Al principio, cuando nos conocimos, no podía soportarte. Era como si cada palabra que saliera de tu boca estuviera diseñada para irritarme. ¡Eras tan... no sé, tan tú! Y yo soy tan yo. Discutiendo por tonterías, siempre en desacuerdo. Al principio pensé que era orgullo, pero simplemente no podía permitir que alguien me contradijera tanto. Esos momentos en los que chocabas conmigo, en los que me desafiabas con la mirada... se convirtieron en la parte más interesante de mi día –, una risa sarcástica salió de su boca –. Creo que estoy buscando excusas para hablar contigo. Y ahora, aquí estoy, diciéndote todo esto por teléfono porque no puedo más. Necesito que sepas que todo ha cambiado para mí. Ya no es odio, ni siquiera es simple atracción. Sé que esto podría cambiar todo entre nosotros, y no sé si para bien o para mal. Pero tenía que decírtelo. No podía seguir fingiendo que lo que siento no existe.

Silencio. La espera de una respuesta parece eterna.

–Baker Street 473, Marylebone. Departamento 6B.

–¿Qué?

–Es mi dirección.