Disfruto de mi último minuto de tranquilidad porque sé que en cualquier momento mi madre entrara a la habitación gritando como una loca. Miro el techo y luego hacia la ventana, el día esta maravilloso, el sol brilla con intensidad y el cielo despejado luce un intenso azul, dentro de unas horas seré libre durante tres meses y no puedo estar más emocionada.
Escucho el sonido de unos tacones seguido de unos golpes en mi puerta, la voz de mi madre del otro lado de la pared me saca de mi meditación.
—¡Elis despierta ya o perderás el avión! —.
Su voz suena estresada, enojada, sé que odia la idea de que este fuera de su vista tres meses, miro el reloj y veo que quedan 20 minutos para que pasen por mí, lo hizo a propósito para que perdiera el avión, pero yo no había podido dormir casi, así que su truco no funcionaria.
Me levante del colchón y me mire en el espejo, respire hondo mientras cepillaba mi cabello y lo recogía en una coleta alta, estuve todo el mes esperando por este día, nada podría arruinar mi felicidad. Entra Gina a mi habitación para hacerme la cama y al verme despierta, vestida y peinada suelta una pequeña sonrisa.
—Veo que la estrategia de tu madre no ha funcionado —Dijo mientras estiraba las sábanas para quitar las arrugas.
—No voy a arriesgar mi libertad por tiempo limitado —Comenté dándome los últimos toques de perfume.
—Son tres meses así que disfruta —Me alentó con una sonrisa.
—Gracias, eres la mejor —.
Gina era la única que me conocía realmente bien, mejor que mis padres, la única que se preocupaba por mí dentro de esa gran casa a la que me obligan a llamar hogar, la que me ha criado desde que tengo memoria.
—¡Elis! —.
Escucho la voz de mi madre desde abajo, tomo mis maletas y me despido de Gina saliendo del cuarto. Al llegar al salón principal veo a Julio frente a mí con una gran sonrisa, me acerque y este intenta darme un beso, el cual evito dándole la mejilla.
—Estás preciosa querida, llevare tus maletas al auto —Dijo en un tono que casi me hace vomitar.
Me limite a sonreír y soltar las maletas, él se las lleva y yo respiro, es un gran actor, me da tanta repugnancia que soy incapaz de mirarlo a la cara después de lo que hizo. Volteo y veo a mi mamá tras de mí, lleva estiletos altos de color negro combinados con un vestido azul oscuro de mangas francesas, el pelo perfectamente peinado y un maquillaje impecable; al compararlo con mis jeans aguas claras, mi pulóver blanco, chaqueta de cuero negra, y mis convers pues, obviamente se nota que no tenemos nada que ver, a diferencia de ella no puedo usar tacones las veinticuatro horas del día y tampoco me gusta abusar del maquillaje, cosa que no soporta y por eso siempre terminamos discutiendo.
—¿En serio iras con esas fachas al aeropuerto? No puedo creerlo —.
—Si madre, aunque te parezca insólito iré así al aeropuerto, hay personas que visten peor, así me siento cómoda para las 9 horas de vuelo —Afirme caminando a la cocina por una manzana en lo que ella me seguía.
—Aun no estoy convencida de dejarte ir, no es lugar para una chica como tú —Señaló cruzándose de brazos.
—No hablas en serio, todos los que van son de nuestra posición social, además Julio estará allí, creí que eso te daba la seguridad que necesitas, no tendrás que preocuparte por tu negocio —Dije mirándola a los ojos enojada, sin poder contenerme.
—Respétame muchacha insolente aún estoy a tiempo de prohibirte salir —Amenazó frente a mí.
Sabía que lo haría, estaba buscando la más mínima excusa para hacerlo, así que por esta vez tuve que bajar la mirada y mantenerme en silencio. Escuchamos la bocina del auto, era Julio avisando que era tiempo de irse.
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Caribe
RomanceTodos conocen la leyenda del hilo rojo, aquel con el que nacemos atados a la persona que amaremos por siempre. Ese hilo invisible que se estira, enreda, pero no se rompe jamás, incluso pensamos que lo podemos cortar, pero es imposible hacerlo. Sin s...