Entre en la cabaña y encontré a Niki arreglándose para ir al comedor.
—Hasta que por fin ¿Dónde estabas metida? —.
—Salí a dar una vuelta —respondí obviando los detalles.
—Pues gracias a tu vuelta tienes quince minutos antes de que nos dejen sin cenar —sentenció poniéndose los aretes frente al espejo.
Yo sonreí y subí rápido las escaleras para darme un baño. Mientras la ducha me relajaba volvían los momentos de esa tarde a mi cabeza, estar con Alessandro me hacia sentir distinta, recordar una parte de mi que ya no existía.
En el comedor, Niki atacaba la mesa buffet mientras yo cogía pequeñas porciones, de un momento a otro el hambre había desaparecido, en la sección de postres había muchos dulces distintos, pero yo fui a buscar uno en concreto.
—Tarta de chocolate con nueces y pasas, tu favorita —expresó Ales del otro lado de la larga mesa y yo sonreí.
—¿Lo recuerdas? —.
—Recuerdo cada detalle que tenga que ver contigo Li —contestó haciéndome sonrojar.
De la nada siento que alguien toca mi cintura por detrás me giro para golpearlo, pero me detiene, es Julio, baja mi mano con brusquedad y se acerca a mi oído.
—La prensa esta aquí, así que se buena corderita y acompáñame —sus palabras me estremecieron, pero no de una buena forma. Lo observé y me solté de su agarre con rapidez.
—¿Qué sucede Li, te esta molestando? —pregunta Ales que ya estaba de pie a mi lado, observando a Julio con cara de pocos amigos.
—No Ales, Julio es… es mi… —no sabía cómo decírselo mire a la entrada del comedor y estaban los periodistas.
—¿Y este novato? Será mejor que no te metas —advirtió Julio con tono de amenaza.
—Ales estoy bien, debo irme —contesté suplicándole con la mirada.
Julio tomo mi brazo y me arrastro hasta su mesa donde estaba rodeada de idiotas como él. Al día siguiente sale la noticia por los periódicos, había tres fotos mías con Julio en la portada, al menos no habían captado el momento tan incómodo entre Alessandro y él.
—Menudo asco de chico, estoy segura que fue él quien llamo a la prensa —exclamó Niki enojada mientras leía el periódico.
—Podía haber sido peor, los periodistas podían haberme visto con Alessandro y allí estaría muerta —suspire tomando café.
—Esto es ridículo, ese idiota te esta haciendo quedar como la mayor cornuda de América —.
—Supongo que ese es mi destino —.
—No, tu destino se llama Alessandro Berova —.
—Ahora si puedo afirmar que enloqueciste —dije poniendo los ojos en blanco ante su comentario.
—Piénsatelo, la vida lo volvió a colocar en tu camino, tu misma lo dijiste, es como si estuviesen destinados desde otras vidas —.
—Nicol, tienes que dejar de ver novelas turcas, se te freira el cerebro —sentencie antes sus palabras y me levante para enjuagar la taza y subir a lavarme la cara.
—Evítalo todo lo que quieras, en el fondo sabes que tengo razón —exclamó ella saliendo a la plataforma con vista al mar y yo subí en silencio.
Esa mañana nos tocaban diferentes actividades recreativas en grupo: equitación, tirolesa, senderismo y tiempo de baño en el mar. Me coloque un biquini rojo con detalles en dorado, el cual era mi favorito y sobre él unos shorts cortos de mezclilla oscura y un pulóver color arena holgado que se amarraba debajo del busto con un pequeño lazo, dejando descubierto mi ombligo, me planche el cabello y lo recogí en una coleta alta para evitar que me estorbase en las primeras actividades y me coloque unos tenis negros para andar más cómoda en las caminatas.
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Caribe
RomanceTodos conocen la leyenda del hilo rojo, aquel con el que nacemos atados a la persona que amaremos por siempre. Ese hilo invisible que se estira, enreda, pero no se rompe jamás, incluso pensamos que lo podemos cortar, pero es imposible hacerlo. Sin s...