Prólogo

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La princesa recuerda el día en que destruyó su reino.

La princesa recuerda que hablaba con su padres, cuando se abrió la inmensa puerta de su inmenso palacio hecho de oro, y aparecieron tres figuras.

Dos de ellas, a los lados, eran guardias del reino y después ella, una chica con vendas ya destrozadas, heridas por el rostro,(cosa que la princesa dudaba que fuera obra de los guardias). Pero lo que le dejó sin aliento fue que los ojos de la chica eran amarillos, por su rostro y por sus brazos desnudos estaban llenos de símbolos blancos.

Una Rag'mante.

Y por lo que la princesa había escuchado, la última con vida.

Los ojos de la princesa y la Rag'mante conectaron, vió terror en sus ojos. Se giró hacia su padre, el hombre miraba hacia la chica con el semblante serio

—¿Y bien? —preguntó el rey.

—La encontramos intentando salir de Sylvaranth. Saliendo por el alcantarillado, majestad—dijo uno de los guardias.

Su padre hizo un gesto con las manos y los guardias soltaron a la chica y se alejaron, la Thai también se movió, pero la magia del rey la detuvo.

El rey caminó hacia la chica sacando su espada de acero,pero la princesa le agarró el musculoso brazo con fuerza y tiró de él.

—Papá —Susurró—¿Por qué no la metemos en una celda o la torturamos? Matarla es muy fuerte, ¿no crees?

Su padre la miró. No le haría caso,pensó la princesa, no tenía más que diez años.

El hombre levantó su mano libre, la chica bajó la cabeza, esperando la paliza. Pero esta nunca llegó, ya que una mano delgada pero fuerte tiró de ella y la apartó de su padre. Le abrazó, protegiéndola con su cuerpo. La princesa miró hacia arriba y vió a su madre. Que, aunque tenía los ojos cerrados, se giró hacia su padre con aire desafiante.

Su padre bajó la mano y recuperó la compostura.

—A lo mejor tienes razón. Puede que matarle sea muy fuerte...—empezó él, sonriéndole.

Una oleada de alivio se apoderó de ella, suspiró.

Pero la sensación acabó demasiado rápido, cuando su padre se paró frente a la Rag'mante, levantó su espada y...

...la cabeza de la chica cayó al suelo en un ruido sordo.

—¡NO! —Gritó la princesa.

—...pero ya no debería quedar ninguno—Terminó su padre.

La princesa miró con furia a su padre, de sus dedos salieron llamas de fuego.

—Pequeña...—Susurró su madre. Una súplica.

—Traidor—Dijo la princesa mientras proyectaba una oleada de llamas directa hacia su padre. Su cuerpo acogió las llamas con un grito de agonía.

El valle de los dragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora