Hace 4 años
Andrew
Cuento hasta tres y apoyo mi mano en mi estómago para intentar tranquilizarme. Los viajes en avión no son especialmente mis favoritos, pero todo sea por un mejor futuro.
A medida que vamos creciendo algunos miedos se ganan y se pierden mientras que otros siempre están presente a lo largo de nuestras vidas. Las arañas, las serpientes, los sapos fueron mis enemigos desde que era niño, pero a medida que fui ganando más edad esas pasaron a un segundo plano dejando a otros en su lugar. Nunca he sido fan de las alturas y de la oscuridad, me cuesta admitirlo, pero puedo parecer un niño de 3 años cuando me encuentro kilómetros de altura o en algún lugar sin ninguna muestra de luz a su alrededor.
La voz de la azafata me saca de mis pensamientos mientras avisa que serán dos minutos de vuelo antes de aterrizar, solo entonces dejo escapar el suspiro de alivio más grande de mi vida.
Luego del aterrizaje espero mi maleta. Observo a personas entusiasmadas y otras quizás triste; despedidas, recibimientos, abrazos, lagrimas... Cada quien en su mundo ajenos al de otros. Algunas veces pensamos que somos el centro del universo y tenemos todo por el simple hecho de vivir, que todo gira entorno a nosotros de alguna manera. No es hasta que estamos rodeados de otras personas en donde nos damos cuenta que todos estamos buscando lo mismo, felicidad continua, paz mental y estabilidad en nuestra vida.
Mi maleta azul viene dando tumbos en el hipódromo e intento cogerla rápidamente para salir de ahí, pero siento que al intentar agarrarla una mano se me adelanta y gana la maleta. Por instinto forcejeo un poco sin mirar siquiera a la otra persona, pero al notar que no la suelta alzo la vista y encuentro el rojo mas brillante que he visto en mi vida.
- ¿Disculpa? - dice ella con una sonrisa - es mi maleta- me quedo en silencio sin reaccionar, supongo que se da cuenta porque me hace señas con la mano para señalarme el objeto entre mis manos.
- Creo que hay una equivocacion- digo tratando de no mirarla mucho. Fracaso en el intento como cualquier persona observando una obra de arte ante sus ojos ya que mi vista viaja por todo su rostro; desde sus pecas hasta sus ojos ámbar. Son los ojos más hermosos qué he visto en mi vida.
- ¿Podrias dejar de mirarme y soltar por una vez mi maleta? - el tono de su voz me hace salir del limbo. No quería incomodarla al observala tan descaradamente, pero no pude evitarlo. Carraspeo tratando de recomponerme y suelto la maleta en cuestion de segundo. Ella se aparta un mechon de cabello del rostro antes de decirme con un sonrisa de lo más dulce- Esta es mi maleta, si observas aquí está mi nombre escrito- señala la calcomania con el nombre grabado en color morado- Blue Jenkins a tus servicios.
- Disculpa, no note eso- digo sin más queriendo no ser grosero. La observo de nuevo detalladamente. Me gusta observar a las personas, se aprende mucho de ellas y lo que he aprendido de esta chica es que con su estatura y el cabello rojo parece un duende aunque después de eso mis ojos viajan a otro lugar. En su pecho hay una cicatriz que comienza un poco mas abajo de su cuello y sigue derecho sin revelar su fin, un corazon tatuado en tinta roja abarca el centro y la palabra vive se hace presente en letras azules. Vuelvo la vista a sus ojos qué me hacen saber mi pequeño error al detallar esa parte.
-No eres el primero ni el último que se queda embobado con lo que estabas mirando- rie ella, se aclara la garganta y me observa de pie a cabeza- una miocardipatia no es amigo de nadie-suspira y suspira tristemente antes de decir- espero encuentres tu maleta pronto.
Y sin más me quedé observando como se alejaba con aquel rojo tan intenso, mientras que en mi cabeza se repetía Vive en letras azules.
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Corazón eterno
Teen FictionCuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando. Rabindranath Tagore