1. El inicio de todo.

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Después de contactar con mi "representante" a pesar de que era mayor de edad, me llamaron pidiéndome entrar a la sala de interrogatorio, detuve mi andar para mirar al oficial y luego a la silla que estaba frente a él.

—Tome asiento. —me pidió este señor y por primera vez hice caso sin poner resistencia.

Mamá, ¿Recuerdas cuando te dije que iba a salir con un amigo para algo tranqui?

Bueno, estoy preso.

Juro que no soy ningún criminal ni nada por el estilo, me llevaron por el camino del mal.

El hombre se sentó frente a mi y se me quedó mirando de brazos cruzados, en sus ojos se notaba que no estaba de buen humor.

Bueno, ni como estarlo si eran las seis de la mañana y de paso un lunes.

Realmente me compadezco de las personas que madrugan.

Intenté mantenerle la mirada, pero tengo el presentimiento que es de esos policías que te dicen que quieren ayudarte pero están bien loquitos.

Cómo ese de la serie de policías que veo con mi madrecita.

—Veamos, joven Bec...

—¿Tiene hijos? —le pregunto con una sonrisa en mi rostro—. Yo en lo personal, no los tendría, no me tengo paciencia a mi mismo menos se la voy a estar teniendo a un niño.

Me miró arrugando el entrecejo.

—Las preguntas se las hago yo joven. —abrió una carpeta y comenzar a leer en voz alta—. ¿Me puede explicar cómo acabo siendo arrestado por disturbio, posesión de estupefacientes, conducción temeraria, circular por vía pública en estado de ebriedad y estrellar un auto contra una propiedad privada?, por no hablar de las carreras ilegales...

Mi sonrisa paso de ser una relajada a una nerviosa.

—Yo era quien conducía...

—Me podría decir cómo es tan estúpido —me interrumpió cuando iba a explicarle, espera, ¿Me acaba de decir estúpido?—, para terminar chocando contra una farola, un árbol y un garaje.

Tome aire, me enderece y entrelace mis dedos.

—Porque no tenía ni idea de como conducir, osea, si sé, pero... —su mirada irritada me hizo callar, levanté un dedo—. Tengo una justificación, iba muy ebrio y no soy de tomar alcohol, así que podrás imaginar que mi resistencia no es la mejor —su entrecejo se arrugó cada vez más—. Pero en mi defensa todo es culpa de...

—¿Se da cuenta de la gravedad del asunto? Podría haber matado a alguien por su imprudencia.

—Si llegara a cometer homicidio sería conmigo mismo, pero la ve...

—¿Le da igual lo que le acabo de decir?

No me dejó terminar de hablar, otra vez. Vi cómo esperaba mi respuesta a sus palabras de que pude haber matado a alguien por mis imprudencias.

Me cortó el pito a qué este era peor que yo a mi edad.

—Si me permitiera hablar, tal vez podría responder a sus preguntas. —imbécil, ojalá tu esposa te monte los cachos, si es que tiene porque si yo fuera mujer no me casaría contigo.

—¿Si es consciente de la gravedad del asunto? —este hombre parece un disco rayado.

—Lo entiendo completamente —mi mirada se desvío a su frente, tenía un grano horrible—. Pero ¿Quien va a andar por más calles a las cuatro de la mañana? Probablemente las muertes de las que habla serían las de mis amigos y yo...pude morir, ¡Mierda! Desperdicie mi momento para morir de forma dramática.

Un Molesto Giro De Vida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora