2. family line

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Como no hay primero sin segundo y quería actualizar, aquí estamos. ¡Muchas gracias por el apoyo en el anterior capítulo! No os olvidéis de comentar, soy feliz cuando veo los comentarios.

Rhaenyra sabía que su padre estaría furioso con el resultado del caso, pero no se esperaba cuanto. La había recibido en su oficina, con un gesto estoico y serio, las arrugas de su frente más visibles que nunca mientras la escaneaba con gesto serio y decepcionado.

Rhaenyra odiaba decepcionar a su padre.

Nunca había llevado bien el rechazo o la sensación de que no era suficiente para él. Cuando era pequeña sentía que tenía que pelear por su respeto, por su cariño. Objetivamente sabía que su padre la quería, pero Viserys siempre encontraba fallos en ella, cosas que podía mejorar. Rhaenyra estaba lejos de ser el hijo con el que él siempre había soñado, por mucho que ella se esforzara, por muchos juicios que ganará.

Ella era la mejor abogada que su padre había tenido desde que Daemon se fue, y eso de alguna manera no era suficiente para él.

Cada vez que su padre la miraba así (con decepción, con dolor, con arrepentimiento), era como si estuviera viendo otra vez a su tío Daemon alejándose de él y el legado familiar, uniéndose a la competencia sabiendo perfectamente lo que eso significaba para él.

Viserys siempre decía que Rhaenyra le recordaba a su hermano, y dado el historial familiar, Rhaenyra no creía que eso fuera un cumplido.

Ella no quería parecerse en nada a su tío. Daemon era egocéntrico y estirado, y no le había importado hacer daño a toda la familia cuando Viserys había nombrado a Rhaenyra la heredera de su firma. Su tío difícilmente era el tipo de persona en que Rhaenyra quería convertirse.

Aunque, si Rhaenyra era sincera consigo misma, tenía que admitir que había algo captivante en él, algo que te animaba a dejarte doblegar si él te lo pedía. Lo notaba en la manera en que se manejaba en la Corte, en cómo caminaba y hablaba. Su tío sabía lo que provocaba en la gente, al igual que ella misma, y lo usaba a su conveniencia. Estaba segura de que ese era el motivo de que su carrera como abogado fuera tan exitosa.

Algo en la forma en que discutían entre sí alimentaba un deseo ardiente dentro de Rhaenyra, un deseo que no podía explicar ni resistir. Incluso cuando no estaban de acuerdo y se desafiaban mutuamente, había un nivel de anticipación y tensión que no podía negar.

Rhaenyra tomaba cualquier caso que creía que su tío podría tomar también, solo por la satisfacción de volver a competir con él. Tenía una carpeta en su ordenador con todos los casos que su tío había ganado, y estudiaba cada una de sus tácticas con tanto esmero que Rhaenyra sentía que lo conocía demasiado bien.

Ganarle era un extra que Rhaenyra recibía de buen agrado, pero la derrota no era tan amarga cuando era contra su tío. Al fin y al cabo, Daemon era un abogado con años de experiencia y miles de reconocimientos, simplemente compartir con él era una gran oportunidad.

—Rhaenyra, ¿tienes alguna idea de lo mal que nos deja este caso? —le reclamó su padre, su tono bajo pero serio, sacándola de sus pensamientos.

Rhaenyra se enderezó en su asiento, apartando los pensamientos acerca de su tío para centrarse en persuadir a su padre.

—No ha sido una derrota total —intentó argumentar Rhaenyra—. Ambos sabíamos que Valentina tenía las de perder con el tema de los embriones...

Viserys se pellizcó el puente de la nariz, claramente frustrado por su respuesta. La miró con severidad, con una mirada cada vez más dura.

—Tu trabajo era asegurar que no perdiera, sin importar si su argumento era válido o no —la interrumpió Viserys, con gesto severo, incluso cuando ambos sabían que ganar un caso de ese tipo era prácticamente imposible—. Has fallado, Rhaenyra. Admítelo, en lugar de echar la culpa a otros.

i spend my time trying not to feel itDonde viven las historias. Descúbrelo ahora