6. La puerta hacia Tártaro

16 2 0
                                    

Erick:

Estoy en un campo precioso.

No recuerdo cómo llegué a este sitio, pero me encanta.

Miro a mi alrededor y solo veo verde.

Colinas, árboles, pasto, plantas, todo lo qué me rodea es del tono de verde más hermoso jamás visto.

Menos el cielo.

No veo el sol por ningún lado, pero todo está muy iluminado, apenas hay nubes, en lo alto, reina el azul.

Se extiende sobre mi cabeza cómo si de un nuevo universo se tratara.

Y al mirar hacia el horizonte, puedo ver la mezcla de colores más hermosa qué se haya visto alguna vez.

El azul, en perfecta sintonía con el verde, como dos mundos completamente distintos, qué a su vez encajan a la perfección.

Inhalo una fuerte bocanada de aire, regalándole a mis pulmones y a mi cuerpo una nueva sensación, la libertad.

Me permito cerrar los ojos unos instantes, mientras atrapo de forma pausada el aire a mi alrededor.

Estoy en calma.

Sin preocupaciones.

¿Alguna vez me he tenido qué preocupar por algo?

No lo creo, mi vida siempre ha sido así, un inmenso e infinito campo.

Sin embargo, siento una sensación rara en lo profundo de mi corazón.

¿Estoy olvidando algo?

Debe de ser algo muy importante si duele tanto su ausencia.

Pero no recuerdo nada relevante, nada qué sea necesario o indispensable para mí.

Aquí lo tengo todo.

Intento volver a relajarme, a tener esa sensación de antes, y entonces, llega a mí.

Tan deprisa como un rayo surcando el cielo, y con la fuerza de la mismísima gravedad.

Elliot.

Abro los ojos y al mirar hacia mi alrededor, veo una silueta a lo lejos.

Debe ser él.

No entiendo por qué comienzo a correr hacia esa silueta, pero una vez qué inicio no puedo parar.

El aire abandona lentamente mis pulmones por el cansancio, pero aun así no me detengo, continúo corriendo.

Veo como el día se oscurece, como el pasto y los árboles se marchitan a mi paso.

El sonido de un imponente trueno se hace presente, en conjunto con unos iluminadores rayos, un viento despiadado y una lluvia feroz.

Apenas queda verde, pero ya estoy cerca.

Unos cuantos metros más y estaré junto a él.

Sin embargo, una creciente oscuridad comienza a tomar vida.

Lo va envolviendo todo, y se acerca a él mucho más rápido qué yo.

¡Ya casi!

¡Solo un poco más!

Reúno todas las fuerzas qué me quedan y salto con los brazos extendidos, necesito tocarlo, es una necesidad qué ya siento como física.

Pero justo en el momento en qué mis manos amenazan con rozar su ropa, la oscuridad se lo traga, delante de mis ojos.

Y yo me quedo allí, cayendo hacia el vacío.

Abro los ojos de golpe mientras incorporo violentamente.

SevenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora