28 de agosto, 1997
El Ministerio de Magia hacía veinte días estaba en manos de magos oscuros. Hogwarts había sido tomado por los mortífagos bajo dirección de Severus Snape. Albus Dumbledore había muerto asesinado en la Torre de Astronomía pocos meses atrás. Los alumnos vivían bajo un régimen oscuro y tirano. Acatando normas ridículas y recibiendo castigos igual de desalmados por ello. Los mortifagos utilizaban a los estudiantes a su antojo, los más retorcidos recurrían a las maldiciones imperdonables.
Quienes peor la pasaban, eran los alumnos de sangre mestiza. Aquellos nacidos de muggles, que en realidad no habían podido regresar al colegio, estaban siendo perseguidos y encarcelados.
Lord Voldemort había regresado y al parecer también había ganado.
Por otro lado, La Orden del Fénix se organizaba. Harry Potter el niño que sobrevivió a Lord Voldemort y sus amigos; Hermione Granger y Ron Weasley, no habían aparecido en Hogwarts.
Los mortifagos estaban desesperados por encontrar a Potter, interrogando y torturando a quien hiciese falta por un poco de información que contentase a su líder. El alumnado estaba igual de desesperado y sumergido en la desesperanza. La ausencia del héroe.
La única persona que estaba tranquila con ello hoy caminaba a clase de herbología despreocupada. Keilyn Dumbledore no era exactamente la mayor admiradora de Harry Potter. No le agradaba en lo absoluto y jamás olvidaría que todos los problemas del mundo mágico últimamente estaban ligados exclusivamente a que él seguía respirando.
¿O acaso van a negarme que gran parte de los conflictos acababan con él muriendo?
Albus Dumbledore, el mago más poderoso de todos los tiempos, su tío, estaría vivo.
La profesora Sprout aguardaba pacientemente a los alumnos de Slytherin y Ravenclaw en el invernadero del colegio con sus manos reposando sobre la mesa alrededor de una maceta del mismo tamaño que su cabeza. Lyn comprendió con sorpresa en ese instante que el arbusto nervioso que tratarían ese día era en realidad una hierba verde con unos pequeños capullos violetas en pleno ataque de pánico; temblaba como si estuviesen a punto de echarle ácidos encima. A pesar de la curiosidad que le despertó a la joven, ella se mantuvo al final del invernadero acomodando sus materiales para pasar más desapercibida. Por más que le gustaba aprender, participar no era lo suyo, así que se mantuvo al margen toda la hora.
Los primeros treinta minutos pasaron viendo teoría, pero cuando la clase se volvió práctica perdió todo el interés repentinamente. Su séptimo año parecía que iba especialmente más lento en comparación a cualquier otro curso que hubiese tomado antes. Lo sentía más pesado aún por el frecuente sentimiento de molestia que guardaba en su pecho desde hacía ya mucho tiempo.
Sentimiento que sólo había empeorado con la muerte de su tío unos pocos meses atrás.
Realmente, no recordaba haber tenido una buena relación con él aún siendo su protegida, pero la imagen de Albus cayendo de la Torre de Astronomía definitivamente no era un recuerdo que ayudase a su insomnio por las noches. Tampoco era de mucha ayuda haber estado oculta con Harry Potter en el penúltimo piso de la torre esa misma noche del incidente, dispuesta a verlo todo e incapaz de hacer algo.
Aún recordaba el rostro de Potter y lo mucho que lloró más tarde frente al cadáver del director en el patio. Probablemente no debió hacerlo, estaba mal visto, pero no se mordió la lengua cuando quiso decirle "Felicidades al niño que sobrevivió otra vez" con claro sarcasmo al joven Gryffindor.
Tampoco se reprochaba a sí misma por no haber sentido remordimiento alguno ante la mirada dolida del chico con el rostro inundado en lágrimas, la oportunidad de quebrar algo dentro de él se dió y ella la tomó con gusto.
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The Phoenix Flare || HARRY POTTER FANFIC
FanfictionElla logró escapar del infierno que era su casa, sólo para meterse en otro: Hogwarts, el importante colegio de magia y hechicería. ¿Cuánto somos capaces de soportar antes de derrumbarnos? ¿Cuánto tiempo podemos escapar de nuestro pasado antes de qu...