Prólogo

5 0 0
                                    

15 de junio de 1990

Extrañamente, recién comenzaba un agradable verano en el norte de Europa cuando la chimenea en el despacho del director se encendió en un llamativo color verde. Polvos flú, como llaman los magos a su red de transporte por chimeneas. Unos segundos después, el fuego verde se disipó a la vez que alguien salía de entre las llamas, era un hombre de avanzada edad con cabello y barbas canosas que le colgaban llegando al metro de largo. Reconocido como el mago más grande de su época, Albus Dumbledore, observó su despacho con detalle, notando que no estaba solo.

La profesora Minerva McGonagall estaba tensa como un pino y tenía la vista fija más allá del director. Ésta vez, Albus se había traído algo mucho más grande que un souvenir de su repentino y corto viaje a Alemania, puesto que se trataba de una niña de unos diez años con el rostro lleno de lágrimas, mirada perdida y de piel alarmantemente pálida. Daba la impresión de estar frente a un alma en pena. Minerva no supo cómo encarar esa situación, pero al cabo de unos momentos, mientras ponía su mayor esfuerzo en buscar las palabras adecuadas, logró notar lo familiar que le resultaban los rasgos de la niña. Dumbledore captó enseguida la pregunta que estaba por escaparse, por lo que decidió interrumpir:

—Sí, es su hija— no había ningún rastro del tono alegre que el hombre solía utilizar, sus ojos tristes acompañaban la sensación de nostalgia que daba su voz. Los ojos de la niña comenzaron a fallar levemente, dejando recargar su peso en el brazo de Albus, quien la atajó con sumo cuidado y la ayudó a llegar hasta un sillón—. Necesito comunicar la situación al resto de jefes de casa... Minerva, ¿serías tan amable...?

—Descuide, Albus, estaremos todos en cinco minutos... Y traeré a la enfermera para esta pobre criatura— la profesora parecía tener muchísimas dudas, pero la tristeza de la posible noticia la mantuvo en silencio.

Y así como lo prometió, cinco minutos después regresó acompañada de cuatro personas; Filius Flitwick, jefe de la casa Ravenclaw, Pomona Sprout, jefa de la casa Hufflepuff, Severus Snape, jefe de Slytherin y Poppy Pomfrey, la enfermera. Para ese entonces, la niña desconocida yacía profundamente dormida en el sillón y Albus se mantenía de pie junto a éste. El director tenía su aire autoritario usual, pero había algo más: era una especie de protección específica.

—Compañeros, supongo que queda más que claro el motivo de mi ligero viaje a Alemania. Les presento a mi sobrina Keilyn... Dumbledore— algo que también se había esfumado para Albus en aquel momento era su capacidad para generar discursos fluidos al instante—. Lamentablemente, sus padres fallecieron hace apenas unas horas y dado que soy la única familia que le queda, será mi responsabilidad acogerla como mi protegida.

—¿Su sobrina? ¿Aberforth tuvo hijos?— preguntó con curiosidad Snape observando con su usual semblante sombrío a la niña.

—Keilyn es descendiente de estudiantes de tu misma generación, Severus...

Eso pareció caer como agua helada a todos los presentes, recordando perfectamente y con un gran pesar en sus corazones a la última persona relacionada con los Dumbledore que había estudiado en Hogwarts; Alice Parker. Con quien la mayoría de los presentes tenía muy buenas memorias para atesorar por el resto de sus vidas.

Pomona Sprout se vio especialmente impactada por las noticias, necesitó apartarse unos momentos mientras intentaba procesar la información. La expresión de Severus se ablandó y su mano reposó en la mesa más cercana, eso fue lo más cerca que estuvo este profesor de mostrar debilidad. Pomfrey dejó de inspeccionar a la niña en el sillón, volteando al director horrorizada. Minerva y Flitwick compartieron una mirada de la misma nostalgia, sabiendo lo que pasaba por sus mentes.

Albus, por su parte, no veía a nadie en específico, él no apartaba la mirada de la niña, sin dejar de pensar en cómo su rostro le recordaba a todo ese tiempo que nunca aprovechó con ninguno de sus hermanos. Lamentablemente, ya era muy tarde para ellos, por lo que se esforzaría todo lo que no pudo antes para que Keilyn, la última con su apellido, fuese feliz con él.

—No me gustaría entrar en detalles del suceso. Aún no logro que se exprese. Si mis cálculos no fallan, Keilyn cumplió los diez años hace unos meses, así que apenas podrá comenzar sus estudios en Hogwarts el año próximo. Mientras tanto, me encargaré de darle una identidad digna y llamaré a las personas más cercanas a sus padres para dar las noticias, pero necesitaré de su ayuda para integrarla a la sociedad. No ha tenido más contacto social que con sus... familiares en toda su vida, aquí es donde les pido que ustedes figuren— ahora sí, levantó la vista a sus compañeros. Estaba claro que no eran órdenes, sino las más sinceras peticiones—. Ella deberá aprender primero a confiar en los adultos y luego podrá congeniar con otros alumnos. Hasta entonces, sólo tendrá contacto cuidadoso con nosotros. Será laborioso, pero sé que lo logrará. Y si alguno de ustedes, por cualquier motivo, decide que no quiere formar parte de éste asunto, puede decirlo ahora, ya que están en todo su derecho.

El reducido cuerpo de profesores y la enfermera se vieron entre sí, decidiendo con miradas quién hablaría por todos los presentes.

—Cuente con nosotros, director, la pequeña merece una segunda oportunidad— habló Sprout con decisión, regresando al círculo con los ojos aún enrojecidos.

Albus Dumbledore asintió agradecido. Keilyn se removió levemente entre sueños mientras la enfermera se alejaba asegurando que se encontraba en perfecto estado de salud y que sólo estaba exhausta, así que pidió que se la dejara descansar. Al cabo de un rato, tío y sobrina fueron dejados solos nuevamente. El viejo mago cubrió a la niña con una sábana y se tomó un rato para contemplar las posibilidades sentado en su escritorio, luego de unos momentos tomó su pluma y comenzó a escribir las cartas que pronto darían la noticia del incidente. Especialmente para aquellos más cercanos a su ahora difunta hermana, Alice.

"Estimado Henry Sandsmark..."

“Estimada Sarah Parker...”

The Phoenix Flare || HARRY POTTER FANFICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora