Plan

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— ¿Qué?

La cara de incredulidad del albino sobresalía por sobre cualquier cosa. ¿Envenenar a los reyes?. Hacer algo como eso le costaría la vida si alguien llegase a enterarse.

— Si te deshaces de ellos, no habrá firma en el contrato. Anteriormente me contaste que te habían puesto como encargado de preparar la comida de los reyes, hacer esto te será sencillo.

La idea empezó a esparcirse por la mente de Wakasa. Arashi tenía razón, si provocaba la muerte de los reyes no tendría que casarse con el príncipe Shinichiro y la libertad que tanto había anhelado sería de él.

— Pero será bastante obvio que fui yo si hay veneno en la comida.

Señaló. Y era cierto, si él los envenenaba, del primero que sospecharían sería de él, porque nadie más tenía acceso a la elaboración de la comida para la familia real del norte.

Arashi guardó silencio y pensó rápidamente en algún otro método; uno que fuera igual de rápido y en el que no cayera la responsabilidad sobre el de orbes violetas.

— También podrías llevarlos a dar un paseo a los jardines y yo me encargaré de ellos... pero sería más arriesgado, tendríamos que pensar en un lugar donde esconder los cuer-

— No.— Interrumpió las palabras del alfa y lo miró decisivo. — Yo lo haré. Pondré veneno en toda la comida, pero pondré mucho más en la de los reyes, de esa manera nosotros no moriremos, solos nos enfermaremos y nadie sospechará.

— No, olvídalo Wakasa. No harás eso.— Respondió inmediatamente el ojiazul sin siquiera pensarlo. Se negaba completamente a la idea de que su omega se expusiera de ese modo. No lo permitiría, odiaría verlo enfermo de gravedad.

— Arashi, es nuestra única opción con probabilidades de funcionar más altas. No moriré, solo enfermaré un poco pero en una semana volveré a estar bien.

(...)

Tuvo que pasar minutos explicando lo buena que era la idea y lo poco que se arriesgarían para poder convencer a Keizo.

El alboroto fuera de la habitación lo hizo ponerse alerta y regresar a la realidad. Había olvidado que se había dejado ver por todos y que su madre no tardaría en mandar por él.

— Me voy.— Se puso de pie inmediatamente sin importar dejar el tema a la mitad.

Su andar hasta la puerta fue detenido por la mano ajena que tomaba la propia e impedía que siguiera caminando, atrayendo su cuerpo al del ojiazul.

— Imaushi, llévalos a los jardines de la sala de cristal. Yo te esperaré allí.

Mantuvo el contacto visual con el alfa; sin embargo, se abstuvo de responder y solo salió de aquel lugar, yéndose de forma inmediata hacia los exteriores, evitando que lo vieran salir de la habitación del guardia.

Seguiría con el plan; incluso si eso significaba ponerse en peligro así mismo, prefería eso a que alguien descubriera a Arashi en todo el acto.

  𝑫𝒊𝒂𝒕𝒐𝒎𝒆𝒂𝒔  || ShinWaka||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora