Todo mundo sabe que uno menos uno es cero,
pero en mi caso no aplica para ser sincero,
porque el día en que te perdí me convertí en algo peor que la nada,
un ente negativo que vaga por la ciudad sin alma.
Las sobras de un festín elegante y glamouroso,
los restos de un temblor trepidante y desastroso,
la sombra del héroe legendario sin legado ni fortuna,
un lobo solitario aullándole a la luna.
Mi pasado fue glorioso,
pero mi presente es tortuoso,
despertar sintiendo tu latido era una bendición,
pero ahora amanece llorando mi corazón,
sufro por tu ausencia que me calcina,
mientras mi mente no deja de gritar tu nombre, Regina, Regina.
Que ironía que después de tocar el cielo,
uno cae derrotado y sin consuelo,
que dolor apabullante me atormenta cada día,
cuando al abrir los ojos veo mi cama vacía,
recordándome sin compasión que tú ya no eres mía.
Déjame decirte una vez más que mi mundo ha perdido su color,
la razón de mi alegría se esfumó,
y mi boca sin sonrisas se quedó.
Y no me duele tanto el buscarte y no encontrarte,
sino el intentar y no poder olvidarte.
Me duermo con el alma acongojada
y mi almohada despierta cada día inundada,
pues el vacío de tu cuerpo duele tanto,
que no deja de llover en mi mirada.
Recuerdo tantos sueños aniquilados,
tantas ilusiones desvencijadas,
historias que quedaron en el pasado,
esperanzas que perecen atormentadas.
Y ni siquiera el paso del tiempo
consigue traer paz a este tormento,
pues la herida es tan profunda y lacerante
que rivaliza con el infierno de Dante.
Por eso es que te escribo este verso,
sin importar que jamás llegues a leerlo,
para liberarme de cadenas y ataduras,
desprenderme de esperanzas y torturas,
despertar sin miedo ni resentimiento,
porque quiero liberar mi pensamiento
y preparar al corazón para latir un nuevo sentimiento..
