Sin pensarlo, y casi sin imaginarlo, llegaste a mi vida una tarde de abril.
Tu llegada fue tan inesperada e inquietante que apenas pude reaccionar.-Q-qué tal señorita, ¿en qué puedo ayudarle?
-Quiero un latte por favor.
-Eh, sí claro, con gusto.Jamás imaginé que un café pudiera unir a dos corazones, que ni siquiera se buscaban.
Pero a partir de aquel día, tu presencia en la cafetería encendió esa llama que actualmente incendia mis sentidos.-Viene usted muy seguido por aquí, ¿vive usted cerca?
Tu mirada tan directa, desafiante y penetrante mi hizo temblar.
¡Demonios, no debí abordarla de esa manera! - fue mi primer pensamiento.
-¿Acaso me veo demasiado mayor? -preguntaste, sin cambiar tu semblante.Por un momento no pude responder. Tan solo quedé absorta en tus hermosas pupilas color avellana, ese bellísimo brillo que desprendían y la manera tan sublime y celestial en que frunces el entrecejo.
Y entonces descubrí, que en tus ojos, mi reflejo se ve hermoso..