Estas tres fuerzas constituyen los principios solar, lunar y terrestre.
El Sol, la Luna y la Tierra viven en cada uno de nosotros como principios, igual que viven en cada uno de los átomos de este globo terrestre.
El espíritu en nosotros es el verdadero centro de consciencia y por ende representa al verdadero sol, que es siempre invisible. El sol que vemos no es sino un foco del efecto del sol espiritual en el plano inferior.
El plan cósmico consta de tres fases, que abarcan toda la creación en el plano fenoménico:
1. La formación de los sistemas solares, los planos planetarios, los globos y los individuos que los habitan. Este proceso no es sino la separación u objetivización del plano cósmico subjetivo. El universo entero se exterioriza desde el plano subjetivo hasta la objetividad, lo que llamamos el tercer estadio de expresión del Creador. El universo objetivo constituye el cuarto estadio de expresión del Verbo del morador interior.
2. Las vidas, que son "exhaladas" para llegar al cuarto estadio de expresión del Verbo, experimentarán el impulso por objetivizarse a sí mismas a través de los órganos de los sentidos para recorrer un ciclo de evolución e intentar después reencontrar el sendero mediante un proceso de subjetividad. Esta última fase se aprecia en el intento por parte del espiritualista de meditar, contemplar y llegar al Samâdhi. Cada ser humano alcanza así el estadio original de subjetividad mediante su propio vehículo de existencia.
3. Entonces, vuelve a hacer que el plan se exteriorice nuevamente y así obre en sintonía con sus fuerzas superiores. Estas tres fases están simbolizadas por las tres fuerzas anteriormente mencionadas del plano planetario. Cuando la mente se interioriza, el mundo objetivo no existe. Es oscuridad objetiva y luz subjetiva. Lo que es oscuridad para el hombre mundano es, por consiguiente, la verdadera luz del hombre espiritual. Lo que es oscuridad para el ojo físic o no es sino verdadera luz para el tercer ojo, qu e se despierta en nosotros cuando la mente se funde en el interior. El momento clave de esta luz subjetiva es la luna nueva. Por eso, se dice en el comentario (Satapadha Brâhman) que la luna nueva es la puerta entre el hombre exterior y el hombre interior, mientras que la Luna es el cerrojo. De esta manera, el Sol y la Luna actúan a partir de sus ángulos aparentes, vistos desde la Tierra, como verdaderos símbolos de subjetividad y objetividad del hombre. La luna nueva y la luna llena indican los reflejos subjetivo y objetivo del hombre interior.
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Astrología
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