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Parte 2 de Hacer las paces.
Después de que Shen Qingqiu falleció.
(Sería mejor que leyeras la primera parte)
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"¿Shen Qingqiu? ¡Shen Qingqiu!"
Liu Qingge grita desesperadamente, pero el hombre que tiene en sus brazos sigue sin responder, sin pulso, sin respiración, sin latidos cardíacos. No puede ser. No puede ser. Por favor.
La túnica de Liu Qingge está hecha jirones, manchada con su sangre y no se puede usar, la túnica y el cabello de Shen Qingqiu están perfectos como siempre. Entonces, ¿qué es lo que le pasa a la muerte?
Vuela a toda velocidad hacia el pico Qian Cao con Shen Qingqiu en sus brazos, sosteniéndolo contra su pecho y con la cabeza sobre el hombro de Liu Qingge. Mu Qingfang los ve antes de que aterrice y le ordena a Liu Qingge que lo siga a una de las habitaciones de pacientes más cercanas. Allí pone a Shen Qingqiu en la cama lo más suave posible, su Shixiong está anormalmente pálido y su sonrisa se ha desvanecido en una expresión tranquila que rara vez tenía viva. Se vuelve hacia Mu Qingfang ansioso.
"Estábamos en las cuevas..." y antes de que pudiera explicar más, Mu Qingfang agarró su muñeca. "Tuve una desviación de Qi. Shen Qinggiu". Liu Qingge retiró su mano y le hizo una señal al hombre en la cama.
"Ya veo, Lin Gao, Mei Jing. Acompañen al Señor de la Cumbre Shen", les dice Mu Qingfang a algunos discípulos cercanos y toma la mano de Liu Qingge.
"¿Qué estás haciendo?" Shen Qingqiu es el que está en la cama, inconsciente. ¿Por qué el médico lo atendería primero? ¿Por qué enviar a algunos discípulos y centrar su atención en Liu Qingge, el que obviamente puede esperar? ¿Ya lo sabía y descartó la muerte de Shen Qingqiu para curarme?
"¡Shizun!", gritó alarmado el discípulo, horrorizado y demasiado joven para mantener una expresión impasible como la de los médicos más experimentados.
"Te ayudaré con el Señor de la Cumbre Shen cuando termine aquí", responde Mu Qingfang y Liu Qingge se da cuenta de que no, ni siquiera lo ha mirado. Eso horroriza al Dios de la Guerra.
"Pero Shizun"
"Lin Gao, ya debes ser capaz de realizar algunos primeros auxilios básicos", le grita Mu Qingfang a su discípulo y luego se vuelve hacia Liu Qingge. "Pareces estar bien, felicitaciones por tu avance, debe ser un récord a tu edad. Qué progreso".
"¡Shizun!" Mu Qingfang frunce el ceño e ignora las súplicas de sus discípulos de seguir inspeccionando el cultivo de Liu Qingge. "Qué bajo", comenta con disgusto. "Qué mala fue la pelea para que Shen Qingqio perdiera tanto Qi..."
Sin decir una palabra más, Liu Qingge libera su brazo y se acerca solemnemente a la cama para cargar nuevamente el cadáver de Shen Qingqiu. Está perdiendo su calidez.
"Discípulos, díganle al líder de la secta que me encuentre en Qing Jing. Es un asunto urgente".
