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Parte 2 de Hacer las paces.
Después de que Shen Qingqiu falleció.
(Sería mejor que leyeras la primera parte)
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La primera vez que perdió a su Xiao Jiu fue cuando visitaron un mercado por primera vez cuando eran demasiado jóvenes, un par de niños pero Qi Ge era el mayor, el responsable, el protector. Hubo una conmoción, una pelea y un baño de sangre sin una razón clara. Se desató una vendetta entre familias nobles y civiles. Se separaron.
Fue la primera vez que sintió que había perdido a Xiao Jiu para siempre, solo pudo derramar lágrimas silenciosas mientras se escondía debajo de unas mesas, escuchando los gritos de los asesinos y los asesinados. Entonces Xiao Jiu lo encontró. Con el rostro cubierto de sangre pero con vida. Sonrió y se refugió a su lado, como si no hubieran escapado por poco de la muerte. Qi Ge nunca supo cómo lo hizo, o por qué no buscó un refugio solo.
No hablaron hasta la noche, cuando finalmente llegaron las autoridades a recoger los cadáveres y ellos se escabulleron sin ser notados, despertando sobre un río de sangre.
Xiao Jiu en medio del caos lo había buscado mientras él solo podía esconderse y llorar. Le hizo jurar que no lo haría la próxima vez.
Xiao Jiu rompió esa promesa una y otra vez. Siempre, sin importar lo que pasara, encontraba el camino hacia su Qi Ge. Siempre sobrevivía y siempre regresaba.
Todos los demás niños e incluso los esclavistas murieron o cambiaron, sólo su Didi siempre estuvo allí.
Luego se hicieron mayores y deberían haber intentado llegar a Cang Qiong, pero no lo hicieron. Xiao Jiu fue atrapado por Qiu Jianluo en su lugar. Solo porque intentó llegar a su Qi Ge (solo porque, como el idiota que es, Qi Ge intentó ser un héroe en un problema que no era de ellos). No tenía más de 14 años en ese momento y la seguridad de Qiu era demasiado para él. A ellos, por alguna razón, les agradaba su Xiao Jiu.
No había otra opción. Excepto que lo era, pero estaba demasiado desesperado por verlos. Dejó a su hermano allí con la convicción de que esta vez sería él quien regresaría por Xiao Jiu.
No lo hizo.
Cuando llegó a casa de Qiu, como Yue Qingyuan, no encontró a Xiao Jiu, solo cenizas. Llegó demasiado tarde. Fue el mayor error de su vida.
Esa fue la primera vez que lo lloró. Se dio cuenta de que lo dejó morir. Fue su culpa y siempre hace la misma maldita cosa: esconderse, huir del peligro y esperar a que su hermano se enfrente al mundo entero para encontrarlo. Decide mantener su camino como cultivador, decide ser el más grande, ¿qué más podía hacer? Al menos podía proteger a quienes le abrieron las puertas de la Secta. Ofreció todo su dolor a Xuan Xu para festejar, incluso si perdiera años de su vida no podría cargar con ese dolor solo. Se culpó a sí mismo pero también culpó a esa espada.
En ese momento, cuando finalmente tuvo poder real, se recriminó a sí mismo porque era demasiado ingenuo como para pensar que un niño esclavo de 12 años podría sobrevivir y encontrar el camino hacia él.
