Mundos

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Con lentos pasos seguía su camino hacia el llamativo y destructivo altar del planeta de Apokolips, mantenía su expresión impasible en su rostro mientras que su corazón se agitaba del terror, recordó de manera efímera los sucesos pasados causantes de su situación actual, estar en su jardín personal del palacio de su padre, grandes explosiones, con ellas peligrosas naves que disparaban a diestra y siniestra, su gente corriendo gritando aterrorizados, su familia capturada, su rapto hacia el planeta invasor, "negociación" con el señor de Apokolips, y a cambio de mantener a su gente y su familia a salvo en Krypton...

Acepta ser la Señora de Apokolips...

Con cada paso, su túnica bailaba detrás de sus pies, la transparente y ligera tela que caía desde sus hombros, ocultando tímidamente sus brazos contrastando la clara piel bajo el leve manto de azul como la oscura noche en su planeta, el ligero tintineo de sus joyas colocadas cuidadosamente a lo largo de sus antebrazos y dejando dejándolas caer sin tocar el suelo, el profundo escote en su pecho con diversas capas que ocultaban dos dulces capullos de sus futuros súbditos, el delgado pero atrayente cinturón de plata ajustado en su cintura realzando sus voluminosas caderas, dos aberturas en las capas de telas que empezaban debajo del cinturón dejaron libre sus piernas y escondiendo el tesoro que le pertenecía a su futuro marido, en uno de sus muslos colocaron una delgada cadena que colgaba un hermoso diamante de tonos claros, resaltando aún más sus hermosas piernas en su túnica matrimonial, sus pies descalzos se mantenían firmes ante la cálida sensación del suelo hasta quedar frente a frente con su futuro hombre y padre de sus hijos.

Pero debía de admitir que ese hombre era increíblemente guapo...

Sus ojos azules profundos que lo desnudaban con crueldad, su dominante aura que lo hacían querer arrodillarse y adorar a su nuevo señor, su marcado cuerpo, sus músculos, todo de él, lo excitaba de una manera que lo asustaba, no debería pensar en él de esa manera, no debía ni siquiera pensar en él, por Rao, fue raptado y se ha sacrificado por el bienestar de su planeta, debe tener un poco de dignidad y resistirse a ese hombre, por lo menos durante esos momentos.

Acepto la mano que fue extendida en su dirección, su baja temperatura causo que su cuerpo se estremeciera desde la punta de los dedos de sus pies hasta la última hebra de su cabello, tragó sonoramente cuando la mano derecha del Señor de Apokolips comenzó su discurso para dar inicio al ritual de unión.

El idioma aún era desconocido para él, por lo que no comprendió ninguna de las palabras dichas, apretó un poco la mano de su prometido, enojándose por la extraña emoción de unirse a un Dios de la Destrucción, al acabar el desconocido discurso, los súbditos con no-vida alabaron innumerables veces, resonando su cortada voz en el gigante salón en el que se llevaba a cabo su matrimonio.

De repente el silencio se alzó en el alto lugar, y los latidos de su corazón taladraron su cabeza, supo lo que venía a continuación.

El marido debía marcar a su esposa...

De la mano de su ahora esposo siguió el camino por el largo altar hasta llegar a la gran ara* al final del pasillo, con paciencia y sorpresiva gentileza fue ayudado a recostarse en la incómoda piedra, mirando el gran cristal que reflejaba el tormentoso y despiadado cielo de Apokolips, mordió su labio inferior escucho diversos murmullos inentendibles y pasos a la lejanía. Se sobresaltó al sentir una tosca caricia en uno de sus tobillos, de un movimiento quiso alejarse, pero fue sujetado con una imparable fuerza, aquel frio tacto lo relajó en gran parte, pero lo asustó en la otra, el otro tobillo fue tomado obligando a separar ambas piernas al gusto de su marido. Su corazón sentía que iba a estallar, en su frente rodaban gotas de sudor producto del pánico y adrenalina, el largo trozo de tela que ocultaba su zona privada fue alzada separándola de su piel y colando el tibio aire del ambiente a su parte sensible, erizando cada vello en su cuerpo. Pesadas y gruesas manos pasearon a lo largo de sus muslos, tragó duro intentando alejar el nudo de excitación que se aproximaba en su cuerpo, llegando a los huesos de sus caderas para luego bajar a su parte aun pura y casta.

Sintió agitaciones por parte de los sirvientes y unos cuantos movimientos de su esposo, cerró sus ojos ya completamente aterrado, contando mentalmente para distraerse de su situación, pero lamentablemente fue en vano.

Un grito desgarrador junto con ruidosos sollozos hizo eco en una de las altas torres de Apokolips.

...

No quería abrir sus ojos, estaba muy cómodo en aquella cama de algodón puro, y las cálidas sabanas que le traían una seguridad que no sentía desde hace siete havors*, no quería despertar y ver que aún estaba en esa pesadilla de matrimonio con el Señor de Apokolips.

Deseaba volver a su planeta, volver con su familia, cenar con sus padres, jugar con su prima Kara en su jardín, deseaba volver a los momentos felices en Krypton, momentos antes del desastre.

Reacio abrió sus ojos, dejo que su par de gemas Azuryte* vagaran por el gran aposento en donde se alojaba, era agradable, aunque esperaba todo lo contrario, los tonos oscuros dominaban la habitación, dejando un ambiente misterioso y hasta cierto punto excitante, agregando decoraciones de plata y Diamor*, representando el poder absoluto en un solo ser, el poder de un Dios.

La cama en donde estaba recostado era sencilla, pero a la vez llamaba la atención, finas sabanas, suaves al tacto, mantas acolchonadas, le recordaba a la mullida cama de sus padres en el dormitorio principal del palacio de la Casa El, el lugar más cómodo y seguro que podía tener, seguido de un suelo de cristal oscuro de tonos similares al desolado cielo de Apokolips, en una de las paredes había un gran cristal en el que se exhibía una reconocida y temible armadura, con un familiar emblema en su pecho.

Sus ojos se desorbitaron, ese emblema... Era...

Su cuerpo comenzó a temblar, y por primera vez se había fijado en su cuerpo, no traía nada puesto... Absolutamente NADA.

Con nerviosismo y horror aparto las mantas que lo mantuvieron protegido de la realidad, su cuerpo se erizó cuando la baja temperatura invadió las plantas de sus pies, acercándose lentamente al pulido cristal notando su reflejo, algo desenfocado, pero pudo notar el nuevo detalle en él.

Un murciélago.

El emblema de un murciélago estaba grabado en su piel, un poco más debajo de su vientre, cerca de su... Intimidad. Su respiración se entrecorto, algo atemorizado paso la yema de sus dedos por aquella marca de pertenencia, sentía esa parte la piel reseca, no dolía, pero no fue agradable para él recordar el grito que había soltado por el metal caliente posado en su piel.

Las puertas del gran dormitorio se abrieron abruptamente, de inmediato Kal-El cubrió sus partes privadas con sus manos, espantándose al reconocer los pesados pasos de aquel ser, un par de manos se asentaron en sus hombros y unos fríos besos se emplazaron en uno de sus hombros.

Detrás de él, con sus ropas finas y dignas de un Rey, se encontraba su marido.

Bruce Wayne.

...

*: El ara es como un tipo de mesa de piedra, estas se usaban para diversos rituales dependiendo de la cultura en las comunidades. Y yo decidí usarlo para el "ritual de unión".

*: Los havors son una unidad de tiempo de Krypton que equivalen a 10 días terrestres, es decir, que los 7 havors son iguales a 70 días o 2 meses en la Tierra.

*: El Azuryte es una gema creada en este universo, es similar a la piedra preciosa topacio azul.

*: Y el Diamor es otra gema creada en el universo siendo su semejante el diamante transparente.

...

Holaa!!

Si lo sé una idea sacada de la tangente, pero es trabajo humilde...

Se viene intensa consumación del matrimonio (nice).

Me despido!!

Love&ObsessionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora