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En la entrada de su cuarto se encontraba una bolsa

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En la entrada de su cuarto se encontraba una bolsa.

Parpadeó un par de veces antes de apresurarse a tomarla. Eso era obra de su roomie, y Jungkook no podía sentirse más encantado.

La bolsa de papel grueso y color plata tenía un ligero aroma otoñal, reafirmando el emisor de dicho regalo. Su lobo meneó la cola. Adoraba que, cuando abría su puerta, en el piso se encontraran pequeñas bolsitas, no por el contenido de ellas; qué más daba si eran labiales, collares o perfumes. A él lo único que le importaba era que llegaban impregnadas de esa encantadora esencia que lo obsesionaba.

Debía confesar que, muy en contra de su lado humano, se veía adicto a esa manzana dulce y cedro seco. Nunca antes le había pasado, solía preferir fragancias más intensas, pero, desde que conoció al mayor cuando este le alquiló uno de sus cuartos, su omega no ha permitido que esas feromonas se alejen de él. Es tanta la necesidad de vivir envuelto en estas, que en algún punto dejó de ser suficiente encontrarlas sutil en cada esquina de la casa.

La sutileza servía para recordarle la distancia natural que existía entre ellos. Su lobo empezó a enloquecer, deseaba tenerlo cerca, poder inhalar el otoño directo desde donde nacía, poder probarlo, saborearlo entre sus diminutos colmillos. No obstante, Jungkook se lo impedía, ¡son dos omegas!

Era inaudito, seguramente lo asemejaba a algún olor familiar de su infancia, o tal vez al de su primer amor, el cual no recordaba, pero pudo haber quedado grabado en su inconsciente. Él qué sabía, alguna explicación más racional debía existir. Sin embargo, luchar contra su instinto fue casi imposible; eran discusiones internas de no acabar, por lo que, sin más remedio, llegaron a un acuerdo:

Su lobo no se lanzaría al cuello de Taehyung y, a cambio, Jungkook le robaría algunas prendas al pelirrojo para que pudiera olerlas y revolcarse a su gusto.

No recordaba cuándo empezó eso, ¿un mes? ¿Un año? Pero sí sabía por qué, así que con eso bastaba.

Justo en ese momento, aun cuando ya se había bañado, vestido e incluso peinado, no se dignó a salir hasta que su lobo calmó su impulsividad. Dos camisas, que robó de la ropa sucia, y una falda del omega, se encontraban extendidas en su cama, arrugadas y maltratadas por él.

GUESS [KTH & JJK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora