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El entrenamiento había comenzado hace relativamente poco, pero el joven Kaveh ya estaba agotado; tanto mental, como físicamente.
¿Cuánto faltaba para terminar? Estaba por rendirse.

—¡Ánimo, chicos!— Gritó Cyno, el instructor. —Los hilachurls no van a darles ánimos, van a matarlos si siguen a este paso.— Contuvo un suspiro agotado. Eran malisimos en combate.

Kaveh por un momento se detuvo, las vendas no le permitian respirar más. Todo era demasiado incómodo.

El calor, la arena, el entrenamiento, todo estaba a punto de matarlo.

Y probablemente te encuentres demasiado perdido, iniciamos muy rápido ¿No?
Vamos a situarnos en tiempo y espacio.

Martes, 14 de diciembre. Calor hasta las pelotas, mucho sudor y demasiado entrenamiento. ¿Por qué estaba en entrenamiento, si él era un simple arquitecto? Sencillo, porque era lo que “los hombres hacían” o eso le repetía siempre su madre “si quieres ser un hombre de verdad, vé y lucha, vé al desierto como lo hizo tu padre y lucha hasta el cansancio.” eso, o quizas sentir que su masculinidad no era suficiente para juntarse con los demás varones de la ciudad.
Su cabeza se perdió en una bruma de pensamientos, alejándolo de la realidad y poniéndolo en una situación complicada en el campo de batalla. No fue hasta que sintió un golpe contra su espalda y cayó al suelo que pudo volver a la tierra firme.

—¡Kaveh, la concha de tu madre, presta atención al campo!— Gritó Aether, el viajero que se había colado al entrenamiento.
El joven rubio cayó de cara a la arena, provocando que en su boca, además de varios insultos, hubiese arena y algunas cosas que prefería evitar investigar.

—¡Perdón, perdón!— Se levantó tan rápido como la mirada afilada del viajero se posó en él. Que vergüenza. Pensó para si mismo. —Necesito un descanso, de verdad no puedo más.

Cyno, rendido, se lo concedió.

Había estado desde la mañana (05:00 AM) hasta la tarde (16:45PM) luchando contra la debilidad y poca gana que Kaveh le ponía al entrenamiento, y si este decidía salir de la arena, definitivamente haría un avance con los demás.

El Bajo Sutej era caluroso. Caluroso, peligroso y sobre todo muy empinado. A donde quisieras ir debías escalar mínimo 10 colinas para llegar, aunque agradecía a todos los Arcontes que el campo de batalla estuviese a unos pocos metros de la Aldea Aaru, sino, colapsaría de solo pensar en buscar el teleport más cercano.

—También me voy a retirar, Cyno.

¿Hoy todos se van a retirar? Al pedo vinieron. Pensó el peliblanco. —Dale, AlHaitham. Andá también. Tengan cuidado.— Lo último lo dijo más por Kaveh que por el peligris. Todos eran conscientes de que Alhaitham solo estaba ahí de relleno y para no hacer sentir solo a Cyno, quien quiso “emprender” con una pequeña escuela de lucha y defensa personal. Claramente eran pocos alumnos: Entre ellos sus amigos, algunos niños sin visiones y alguna que otra madre soltera o viuda que necesitaba cuidar a sus crías.

AlHaitham y Kaveh caminaron rumbo a la entrada de la aldea, ambos en total silencio. ¿De qué hablarían? A Kaveh lo ponía extremadamente nervioso estar junto al peligris.

¿Hace falta decir que tiene un gran crush en él? Espero que ya eso sea una obviedad para todos.

No solo verlo sudado y algo despeinado era sumamente atractivo, sino que también la simple forma en que respiraba acalorado, movía algo dentro de Kaveh.

“Que me preñe, porfa”

Mmm.. AlHaitham, voy a detenerme acá, no puedo más.— AlHaitham no sabía que Kaveh era trans. Mucho menos estaba enterado de la gruesa y larga venda que se encontraba al rededor de su pecho. Nadie debía saberlo, y mucho menos él. Su respiración comenzaba a costar, y era demasiado notorio.

—¿Estás bien?— Indagó, más curioso que preocupado.

—Sí, nomás me cuesta respirar, lo normal después de tanta práctica, supongo.

—Bueno, ya estamos cerca de la aldea, aguanta un toque más y descansas. No pretendas que te lleve en mi espalda o algo así.— No, Kaveh no había tirado ninguna indirecta para que eso sucediese, pero se adelantaría a los hechos de todas formas.

—¡Pero mirá si me muero acá nomás!— Exageró. Necesitaba aflojarse las putas vendas o iba a morir. Sentía el sudor recorriendo sus tetas y su espalda. Definitivamente la sensación más asquerosa e incomoda que jamás se podría experimentar.

—No te vas a morir si vamos juntos. Si te dejo solo, probablemente te ataque algún Eremita o cocodrilo. No seas boludo, porque con la suerte que tenés, es lo más probable a suceder.

Kaveh y Alhaitham eran cercanos, pero no amigos. Kaveh lo observaba siempre que podía, pues lo cruzaba mucho en la Academia -ambos ejerciendo cargos institucionales, claro está-, aunque nunca habían entablado muchas conversaciones que digamos.
Alhaitham, sin embargo, podía afirmar que conocía a Kaveh y lo consideraba un conocido cercano.

—Dios..— El rubio tomó una respiración profunda -lo más profunda que su vendaje le permitió- y lo miró agotado. —Bien, sigamos. La casa del Jefe de la aldea no debe estar tan lejos, ¿Verdad?

Y era un hecho. Apenas llegaron a las grandes puertas, Kaveh dejó al peligris detrás y apresuró su paso al cuarto de invitados que se le había asignado. Repasó una simple lista anti-tontos.

—Bien, primero, Kaveh, no te olvides de cerrar la puerta— entró al cuarto, dió un leve giro sobre sus pies y realizó la acción, no olvidando ponerle el seguro a la cerradura. —después, muy importante, quitarse la camisa— levantó de a poco su camisa de lino, dejando ver algunas heridas provocadas por sus numerosos ataques de disforia o pánico. Arañazos, algunos cortes superficiales y otras marcas estaban impregnadas en su blanquecina piel. Apenas retiró la camisa, liberó el extremo principal del vendaje y este se soltó, no cayendo al piso, pero sí liberando esa tediosa presión que sentía.
Esta tediosa charla consigo mismo debía suceder cada vez que aflojaba sus vendas, cambiaba sus toallas higiénicas o incluso respiraba de "forma femenina", porque si alguien más aparte de sus amigos descubría que era trans, iba a matarse.

Ya estaba más tranquilo. Sabía que no tenía que preocuparse más hasta la noche, momento en que debía volver a equipar sus vendas y ropa suelta para disimular.

Guess. Alkaveh.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora