Guess. Alkaveh.

2

La mesa era un quilombo.

Semejante mesón elegante para que estos crotos vengan a hacer quilombo.. Pensaba Cyno para si mismo.

Los chicos más pequeños, Paimon y otros amigos, no pudieron contener sus juegos bobos y armaron un desastre. Entre la pequeña guerra de comida, los chistes sin sentido y que a más de uno se le cayó el jugo sobre el mantel, sentía que el Jefe los iba a terminar echando a la mierda. Y rogaba que eso no suceda, sino los haría caminar hasta Monstadt sin descanso alguno.

—¿Alguien sabe dónde está Kaveh? Este chabón aparece y desaparece, ni siquiera avisó que terminó de comer.— Para romper con toda esa bola de lío que se armó, Cyno intentó que pusieran un poco de atención en su reciente amigo desaparecido. Una mano se poso en su frente, mientras cerraba los ojos y trataba de contener la tranquilidad.

—Ah, sí, me dijo que iba a dormir, que estaba cansado y quería tener energía para mañana.— Acotó AlHaitham. Él no era de hablar tanto, en parte sorprendía de sobremanera que estuviese tan comunicativo, pero estaba brindando información para que el maestro se qudase tranquilo.

Apenas Cyno abrió la boca, notó como los auriculares de AlHaitham encendían una tenue luz y volvía a su mundo; Entre su plato de comida y un libro de misterios.
Ahora sería imposible que el joven lo oiga.

No importa, respira, Cyno. Mañana se acaba la joda y podes vengarte con un entrenamiento duro. Suspiró, se levantó de la mesa y se acercó al personal de limpieza de la casa.

—No junten ni un plato ni barran nada. Que lo hagan ellos, por desastrosos y pelotudos.— El gran equipo de lucha lo miró, algo aterrados por la reciente personalidad estricta del moreno.

A ver, enfocándonos un poco en nuestro pobre Cyno: El chabón estuvo tres días (de las 2 semanas que pretendía que durase el encuentro) soportando un "viva la joda" constante. Ya ni siquiera le quedaban chistes o energía, quería volver lo antes posible a su casa y abrazar a su adorado Tignari.
No obstante, su clara molestia no era solo por la personalidad despreocupada de los jóvenes (porque los adultos ya estaban en su quinto sueño), sino que en la mañana siguiente recibirían sus armas correspondientes y aún nadie sabía manejar un simple palo -que habían estado utilizando para suplir la falta de habilidad con una espada, arco, mandoble o catalizador-. El futuro de estos chicos le preocupaba, pero no podía hacer mucho si ellos no querían avanzar.

Por otro lado, el joven Kaveh estaba encerrado en su cuarto, utilizando una cómoda pijama corta para ajustarse a la temperatura mayormente cálida del lugar. Por fin podía dejar las vendas de lado y estar tranquilo en su mundo. Si, se que en el desierto hace frio de noche, pero esa casa mística tenia calefacción en todos lados, finjan demencia.

Lamentablemente, luego de unas pocas horas, esa tranquilidad se esfumó al momento de escuchar la puerta ser golpeteada dos veces.

Con pausas exactas. Con la fuerza precisa.

Era AlHaitham.

¿Tiempo para ponerse las vendas? No había. ¿Una prenda para ocultar mejor sus pechos? No tenía cerca. Solamente quedaba rezar que no quisiera pasar al cuarto.

—¿Qué pasó?— Elevó un poco su voz, tratando de no gritar.
—¿Puedo pasar? Me usurparon la habitación y hay mucho ruido en todos lados.

En parte se quería compadecer del pobre chico. Sabía su condición como persona autista y quería ser de ayuda en ese momento, pero ahora mismo su maldita cabeza estaba más centrada en que no existía prenda para tapar su cuerpo.

Che, boludon, ¿Y si mejor lo dejas pasar y te tapas? Es más fácil.
Cla', ahí estaba la respuesta. A veces su cerebro cooperaba un toque.

—Dale, ahi te abro.— Sus pies se movieron lo suficientemente rápido como para levantarse, destrabar la puerta, abrirla y volver corriendo a su cama, esta vez tapándose por completo.
AlHaitham pasó, cerró la puerta y se quedó parado en su lugar. —Sentate, dale. No te tengo que dar permiso para todo.— Lejos de sonar molesto, recalcó una obviedad. Haitham, por su parte, caminó un poco hasta llegar a su cama, y ahí sentarse solamente en el borde. No quería ser invasivo.

—¿Por qué estás tapado? Hace calor.

—Qué te importa, tonto. Estoy cómodo así.

—Bue, fue una pregunta, no te estoy atacando. Correte un poco, quiero recostarme.— Fingía demencia, pero sabía muy bien que esa remera que estaba usando Kaveh, mostraba mas piel de lo usual. Bah, al menos eso notó por las finas tiritas que tenía por mangas. ¿A Kaveh le da inseguridad utilizar ropa corta frente a otros? Su cabeza ya estaba divagando. ¿Por que le daba vergüenza? No tenia mal cuerpo, es mas, físicamente no se veía tan mal..

Dio tanta vuelta al asunto, que no cayo en cuenta de aquel pensamiento casi intrusivo que llegó con cierta intensidad a su cabeza.

¿Cómo se sentiría tocar la piel de Kaveh? ¿Seria suave? Era lo suficientemente pálido para que la brutalidad se marcase en ella, y lo sabia por las incontables batallas que habían tenido, y con ellas las marcas y moretones que a veces se veían en sus brazos luego del ejercicio.

Rápidamente echó ese pensamiento de su mente. No era apropiada sentir esa curiosidad.

Los chicos continuaron cada uno con su actividad durante un buen rato más. Kaveh fingía leer entretenido un libro que encontró, aunque se dormía del aburrimiento. Y AlHaitham, sin embargo, leía el mejor libro de toda su vida entera; En ningún lado de su cabeza cabía la posibilidad de que "Heizou Holmes" fuese la mejor novela policial y de misterio que había tocado.

Dieron por fin las 00:23 y el ruido de la casa disminuyó, dando por sentado que por fin los demás retomaron sus caminos a sus respectivas habitaciones y AlHaitham podría marcharse por fin.

Me re contra cago de calor, la puta madre.
Soltó Kaveh para sus adentros.

Haitham se fue, y tan pronto cerró la puerta, corrió a poner la trabita y suspiró.
A la mierda la remera esa, lo hacía tener más calor. Se sacó la molesta tela y quedó con el pecho al aire. De alguna forma se sentía más varonil cuando tenía esa libertad y no se la pasaba sobrepensando boludeces.