Me sorprendió interiormente su actitud calmada. Sentía una sinceridad mucho más genuina que en las numerosas palabras de consuelo triviales que escuché hasta ahora.
—Evan.
—¿Qué ocurre? ¿Dónde te duele?
—No es eso. Tengo mucho sueño ahora mismo...
No sabía cuánto tiempo había pasado, pero el fuego de la hoguera disminuyó definitivamente con respecto a cuando lo vi antes.
Tan pronto como la tensión se relajó un poco, me invadió la somnolencia.
¿Era esa la razón?
Quise actuar de una forma que normalmente nunca haría.
—Bueno, entra y-
Sus palabras, algo bruscas, se cortaron abruptamente porque me acurruqué completamente en su pecho.
—¿Te importaría si me quedo de esta forma un momento?
—...
No recibí una respuesta, pero él ya parecía haber respondido al no apartarme de su pecho.
Su pecho, convenientemente cálido, pronto le sumió en un profundo sueño.
—¿Princesa? ¿De verdad dormirás así?
Justo antes de que mi consciencia se desvaneciera, me pareció escuchar débilmente la desconcertada voz de Evan.
Pronto, mis párpados se cerraron lentamente y me sumergí en la más completa oscuridad.
En mi sueño apareció un enorme oso de peluche. Era el gran oso de peluche que mi hermano mayor me había regalado por mi cumpleaños hacía mucho tiempo.
Abracé el oso de peluche con gran alegría, pues hacía mucho tiempo que no lo veía porque con el paso de los años se escondieron en lo más profundo de la casa todos los objetos relacionados con mi hermano mayor.
En el sueño, me reí agradablemente por primera vez en mucho tiempo mientras abrazaba al oso de peluche que se sentía cálido.
*Clac. Clac*
—Mmm...
Con unas ligeras vibraciones, mi conciencia comenzó a elevarse lentamente por encima del sueño. Al levantar mis párpados temblorosos, lo primero que vi fue el asiento dentro del carruaje.
«¿Cuánto dormí?»
Al parecer, me había dormido y Evan me dejó en el carruaje para continuar el viaje. Aun así, mi cuerpo parecía sentirse incluso más fresco que ayer.
—Hahhh~
Todavía medio dormida, froté mi rostro contra la almohada.
Sin embargo, la almohada estaba demasiado dura y... También se movía...
ESTÁS LEYENDO
Si tu esposo es lindo, no hay escapatoria
RomantikNunca fui feliz en mi matrimonio, ni siquiera por un día. Cuando estalló la rebelión en el Imperio, mi esposo, el Emperador, me abandonó cual carnada y escapó. Justo cuando me resigne a una muerte inminente, apareció ante mí un hombre. -¿Por qué no...