—Gracias por su preocupación.
—Yo no hice eso.
—Digamos que no.
Exhaló con disgusto ante mis palabras, pero no dijo nada más.
Después de la breve conversación, el silencio volvió a reinar en la habitación y cerré los ojos.
—Buenas noches —murmuré mientras sonreía.
Como era de esperar, no obtuve respuesta, pero me dormí sintiéndome más cómoda que nunca.
~Una semana desde la boda~
Hasta ahora, los días fueron aburridos y no hice nada en especial salvo volverme amigable con los sirvientes de la mansión, con quienes conversé mucho.
—May, ¿dónde está Evan ahora?
Mientras tomaba el té tranquilamente en el jardín, le pregunté a May.
—Supongo que debe estar entrenando con los caballeros en el campo de entrenamiento.
—¿Es así?
Dejé la taza de té y pensé por un momento.
Nada especial cambió entre nosotros desde que decidimos compartir la misma cama. Esto se debe a que, como protagonista principal que llevó la guerra a la victoria, Evan pasaba sus días tan ocupado que nunca tenía suficiente tiempo.
Era natural que cuando me despertaba por las mañanas él ya no estuviera en su lado de la cama, y que se encontrara ocupado con el trabajo hasta antes de dormirme.
—¿Debería ver el entrenamiento?
De repente sentí curiosidad por saber cómo entrenaba un hombre de reputación temible.
«Podría ir y observar en silencio para no interferir con el entrenamiento.»
Salí de la habitación sintiéndome llena de curiosidad y me dirigí al campo de entrenamiento.
—¡Waaaa~!
A medida que me acercaba a mi destino, un fuerte grito ensordecedor, que perforó mis oídos, resonó en lo alto del cielo.
«¿Qué ocurre?»
Miré a May con expresión de confusión y me acerqué más al campo de entrenamiento. Entonces, comprendí de inmediato por qué los caballeros estaban gritando tan exaltados.
—¡Prepárense para lanzar el primer y segundo grupo! ¡FUEGO!
A la orden del caballero, las flechas comenzaron a llover por el aire hacia un lugar determinado.
De pie en el centro de todo estaba nada menos que el propio Evan. Miró las docenas de flechas que llovían hacia él con indiferencia, luego blandió su espada y empezó a cortarlas con gran velocidad.
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Si tu esposo es lindo, no hay escapatoria
RomanceNunca fui feliz en mi matrimonio, ni siquiera por un día. Cuando estalló la rebelión en el Imperio, mi esposo, el Emperador, me abandonó cual carnada y escapó. Justo cuando me resigne a una muerte inminente, apareció ante mí un hombre. -¿Por qué no...