Capitulo 3

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Emily

Llevaba una semana en el internado, era martes por la tarde, después de una larga jornada de clases, decidí dar un paseo por los terrenos del internado. Había oído rumores de que el campus era mucho más extenso de lo que parecía a simple vista, y sentí la necesidad de explorar, de alejarme un poco de todo el bullicio y encontrar un lugar donde poder pensar con claridad.

Caminé sin rumbo fijo, dejando que mis pies me llevaran por senderos que apenas conocía. La brisa era fresca, y el cielo comenzaba a teñirse de tonos naranjas y rosados. Todo estaba tan tranquilo, que por un momento me olvidé de todo lo que me tenía confundida.

De repente, mientras avanzaba por un camino menos transitado, noté un suave sonido, como un relincho en la distancia. Mi curiosidad despertó al instante, y seguí el sonido, preguntándome qué podría ser. Al doblar una esquina, me encontré con una vista que no esperaba: un establo, medio oculto entre los árboles, casi como un secreto bien guardado.

Me acerqué lentamente, sintiendo el aroma de heno fresco y tierra húmeda. Al asomarme por la entrada del establo, vi varios caballos, algunos descansando en sus establos, otros moviéndose con tranquilidad. Uno de ellos, un hermoso caballo de color marrón oscuro, levantó la cabeza al verme, sus grandes ojos observándome con curiosidad.

Mientras estaba allí, absorta en la calma del establo, escuché pasos detrás de mí, suaves pero lo suficientemente cercanos como para captar mi atención. Me giré y lo vi. Era el chico que me había pedido el instagram.Me sorprendió verlo allí, en medio de aquel pequeño refugio que acababa de descubrir.

James parecía tan sorprendido de verme como yo de verlo a él. Durante un instante, nos quedamos en silencio, mirándonos, como si ninguno de los dos supiera exactamente qué decir o cómo empezar. Finalmente, fue él quien rompió el silencio.

—Hola —dijo con una sonrisa amable, aunque un poco tímida—. No esperaba encontrar a nadie aquí. Es raro ver a alguien más en este lugar.

Le devolví la sonrisa, sintiendo una mezcla de nerviosismo y curiosidad.

—Hola —respondí—. Yo tampoco sabía que había un establo aquí. Solo estaba explorando y lo encontré. Es un lugar muy tranquilo.

James asintió, acercándose un poco más, pero manteniendo una distancia respetuosa. Parecía cómodo en el entorno, como si lo conociera bien.

—Vengo aquí a menudo cuando quiero estar solo o cuando necesito despejar mi mente —me explicó, con una mirada tranquila—. Los caballos son buenos oyentes, incluso si no pueden responder.

No pude evitar sonreír ante su comentario. Había algo en su forma de hablar, una sinceridad que me hizo sentir más a gusto.

—Parece un buen lugar para eso —dije—. Son tan tranquilos... Es fácil olvidar el mundo por un rato estando aquí.

James asintió de nuevo, y luego, tras un breve silencio, me miró con un poco más de interés.

—No te había visto por aquí antes. ¿Te gustan los caballos?

—Técnicamente llegué aquí hace una semana pero si,siempre me han gustado —respondí, sintiendo que la conversación fluía con naturalidad—, aunque no he tenido muchas oportunidades de estar cerca de ellos. Pero este lugar es... especial.

—Lo es —coincidió James, con una sonrisa más amplia—.

Se formó un silencio algo incómodo, no estaba acostumbrada a conocer gente nueva, ya había socializado con mis compañeras de habitación, ¿no era mucho ya?

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