Con más miedo me detuve y pare en seco antes de tomar valor y asomarme por la puerta del baño, que se encontraba entre abierta, y es que a quien no le daría miedo.
Pero entonces respire hondo y lleve el sartén tras mis espaldas, me asome y clarament...
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— Si, ahora llegando a mi casa te llamo para seguir hablando, ¿O qué?–. Miro de reojo a mi amiga, camila, esperando pacientemente su respuesta, sabía que estaba exhausta por el trabajo al igual que yo.
— Por supuesto que si–. Me regala una sonrisa y me empuja del hombro.– servir café cada tres minutos no suena mal, pero es cansado.
— Oh sí, incluso ver el pedido del cliente y dar más de cuatro panes de piña.
— Es un poco divertido, ¿No?–. Ríe mientras ve a su taxi venir por ella.
— Si, lo es–. Comento y más atrás veo con atisbo el mío.– bueno, supongo que tal vez nos vemos nuevamente el lunes.
— Suponemos, no te sorprendas si te levanto mañana por golpes en tu puerta.
— No me sorprenderé de ver una cara tan espantosa–. Bromeo y me acerco dejando un beso en su mejilla.– adiós.
— Hablamos pronto.
Me dirijo hacia al auto y subo atrás, luego el chófer comienza a manejar a la dirección indicada por mi parte. Lo que más quería y necesitaba era llegar a casa, quitarme los zapatos, el brasier, tirarme en el sofá y quedarme plenamente dormida hasta el día siguiente, sábado, que realmente esos días no se me da bien, y que ni se hable de un domingo.
— ¿Usted es de aquí?.
— Ah...–. Elevé la mirada y observé como el señor se gira, y vuelve a poner su vista al frente.– no, no soy de aquí, soy de Panamá...solo hace cuatro meses que vivo aquí en Inglaterra.
— ¿Y que te parece?, ¿Lindo?.
— Sí–. Asentí levemente, no soy tan buena conversando con personas, o eso siempre he creído yo.– es fabuloso.
— Pareces muy joven, ¿Cuantos años tienes?.
— Tengo 20, recién cumplidos la semana pasada.
— Con razón, eres joven aún...¿Estudias la universidad?.
— Mmh–. Ladeé mi cabeza y dude en responder.– no, solo me dedico a trabajar.
