LA SOMBRA DE LOS CELOS

0 0 0
                                    

El aroma a pizza y cerveza aún impregnaba mi ropa, un recordatorio de mi primer día como camarero. Jon, con una sonrisa de satisfacción, me acompañaba a casa.

-No sabía que estabas con Ana -dijo Jon, con un tono de curiosidad.

-A mí también me sorprendió -respondí, sintiendo una punzada de incomodidad.

-Bueno, al menos parece que estás disfrutando de la compañía

-Sí, supongo que sí -respondí, sintiendo una punzada de culpa.

-No te preocupes, Ian. Todo va a estar bien -dijo Jon, con un tono reconfortante.

El eco de la risa de Ana resonaba en el aula, una melodía que me hacía sentir un poco mareado. Su sonrisa, radiante como el sol de la mañana, se estrellaba contra la pared de confusión que había construido a mi alrededor. Ella me abrazó con fuerza, diciéndome que tenía una gran noticia que alegraría a Félix.

-¿Qué noticia? -pregunté, sintiendo una punzada de curiosidad.

Félix, con un gesto de sorpresa, preguntó por qué la noticia le iba a gustar a él. Ana, con un tono de entusiasmo, nos dijo que Cristina se había inscrito a último momento en las clases de inglés.

-¡¿Cristina?! -preguntó Félix, con un tono de sorpresa.

-Sí, ¡entra Cristina! -exclamó Ana, con una sonrisa de satisfacción.

Cristina entró al aula, con un aire de desgano. Su mirada se posó sobre mí, y sentí un escalofrío recorrer mi espalda.

-¿Sofia también estás aquí? - le preguntó Cristina, con un tono de sorpresa.

-Sí, jaja, ahora estudiaremos otra vez juntas, es como si fuera la escuela - respondió Sofía, con una sonrisa.

Cristina me saludó con un tono sarcástico y le devolví el saludo con una sonrisa dejando a mis amigos sorprendidos.

- ¿Por que sus caras de sorpresa? -Pregunté con la duda si habré dicho algo malo

Me contaron que en los 4 años donde estudió junto a ellos, Cristino y yo solo nos dirigimos la palabra 3 veces. Me quedé sorprendido tras lo mencionado.

Cristina me confesó con cierto tono de disgusto que Ana le había contado que habíamos vuelto a ser pareja.

- ¡¿Ian y Ana son pareja?! -Exclamó Sofía en sus pensamientos.

Después de clase, Ana me invitó a pasear, pero Jon me recordó que teníamos trabajo.

-No me contaste que habías encontrado trabajo -dijo Ana mirándome a los ojos, con cierta expresión de molestia

Me disculpé ya que me había olvidado de contarle. Acto seguido me volví a disculpar por no poder salir con ella hoy. Per al final Ana pudo comprender.

Félix y Cristina caminaban por el pasillo de la universidad, un silencio incómodo se extendía entre ellos. Cristina, con un tono de queja, dijo que tenía sed. Félix, con un gesto de caballerosidad, se ofreció a comprarle algo.

Minutos después, Félix regresó con dos bebidas en la mano. -Aquí tienes -dijo, con una sonrisa.

Cristina tomó la bebida y agradeció. Un tono nostálgico se deslizó en su voz, -Hace tiempo que no hablábamos así en persona

Félix, con un tono de admiración, respondió, -Sí, tienes razón. Veo que has cambiado mucho

Cristina, con un tono de duda, preguntó -¿Seguro?

Félix, con una sonrisa, respondió, -Sí, estoy seguro. Ya no te ves de 16 años.

Cristina se sonrojó, sintiendo una punzada de incomodidad. -¿Me veo de 20? - preguntó, con un tono de curiosidad.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 05 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La libertad de no recordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora