•Capítulo 22: El hechizo Adrien Pence•

98 12 7
                                    

"Capítulo 22"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"Capítulo 22"

Mis manos están bastante temblorosas. Había llegado finalmente el día donde uniría mi vida con Adrien por completo.

La playa era un lugar paradisiaco. Sin duda mucho mejor de lo que imaginé en sueños. La orquesta que ha seleccionado para mi entrada me estremece el cuerpo.

Los rayos del sol en el atardecer golpean mi cara, mientras mi padre me toma del brazo recorriendo el enorme pasillo de arena con pétalos de rosa, justo como en la propuesta.

A los costados se encuentran algunas sillas, con nuestros invitados de pie, dándome una sonrisa mientras paso entre ellos, sosteniendo fuertemente un ramo de flores en mis manos.

Toma tiempo y valor llegar hasta aquí, pues se necesita vulnerabilidad para entender cuando necesitas de alguien en tu vida. Al principio me aterraba poder fallarle a Adrien en el proceso, no ser la mujer que él merece, no ser suficiente, pero con su mirada me doy cuenta de lo importante que soy en su vida, tanto como lo es él en la mía.

Lo observo en el altar, debajo de algunas telas de seda que adornan el lugar, el sonido de las olas detrás de nosotros, y aunque la vista del lugar es preciosa, yo solo puedo enfocarme en la maravilla de sus ojos, que me observan con un brillo especial, y las lágrimas comienzan a salir de sus ojos, provocando que mis lagrimas quieran salir también.

Me detengo frente a él, con mi padre sosteniéndome del brazo y entregándome a él.

—Si lastimas a mi princesa, esta vez no voy a ceder y te voy a dar directo al pecho—dice, con el ceño fruncido.

Adrien tensa la mandíbula, y traga duro.

Mi padre comienza a reír al notar su reacción y Adrien finge una sonrisa.

—¿Por qué pienso que no está bromeando?—dice, acercándose a mí.

Río por lo bajo, y entrelazo nuestras manos.

El juez frente a nosotros nos mira con diversión, al ver la manera en que jugamos con nuestros pulgares.

Guardamos seriedad, y prestamos atención. El juez comienza a hablar, y mis nervios se encuentran a flor de piel.

—Estamos aquí, para la unión de estas almas. Ustedes mejor que yo, son testigos del amor que se tienen los jóvenes presentes. Les han visto evolucionar, fallar en algunas cosas porque no somos perfectos, pero también los han visto en sus alegrías, en sus tristezas, y ellos mejor que nadie se han acompañado mutuamente en esos momentos.

Me encuentro con la mirada de Adrien de reojo, y le regreso una sonrisa.

—Es por ello que estamos aquí, porque han decidido unir sus vidas en matrimonio, para seguir acompañándose en la gran aventura que es la vida. Es aquí en este momento donde les pregunto, ¿hay alguien que se oponga a la unión de Adrien Pence y Leah Thompson?

Los invitados se quedan en silencio, y el juez continúa con la ceremonia.

—Muy bien, adelante con los anillos, por favor—indica.

Marianne y Santiago se encargan de brindarnos los anillos, y regresan a su lugar.

—Señor Adrien Pence, ¿acepta a la señorita Leah Thompson para unir sus vidas en matrimonio?

—Yo, Adrien Pence te acepto a ti Leah Thompson, para que seas mi esposa y seas parte de mí por el resto de mi vida—responde, girándose frente a mí. Deslizando el anillo por mi dedo—te acepto porque no me imagino la vida si no estás a mi lado, te acepto porque me haces una mejor persona, y porque le das esa alegría que necesitaba. Te acepto por nuestro futuro, por los hijos que tendremos, y porque quiero compartir el resto de mis días a tu lado, hasta que nos convirtamos en ancianos y te demuestre que soy el abuelo preferido. Te acepto porque eres la mujer que por tanto tiempo estuve esperando, perfecta, noble, divertida, igual de hambrienta que yo—ríe—y mucho más imprudente que yo... pero en fin, la dueña de mi vida.

Mis ojos se humedecen, lo odio por arruinar mi maquillaje.

—Señorita Leah Thompson, ¿acepta al joven Adrien Pence para unir sus vidas en matrimonio?

Me quedo en silencio por unos minutos, noto su cara de preocupación, y entre risas respondo;

—Acepto—río—yo, Leah Thompson te tomo a ti Adrien Pence para que seas el dueño de mis quincenas, como me dijiste alguna vez—río, provocando que la risa de los invitados se haga presente, al igual que la suya—llegaste a mi vida cuando más te necesitaba, y lo mejor de todo es que ni siquiera te estaba buscando, pero ahora sé que no podría vivir sin ti. Todo comenzó como un juego, uno en el que ni en mis más profundos sueños imaginé terminar aquí frente a Adrien Pence, mi héroe personal. Te tomo a ti, Adrien—digo, deslizando el anillo por su dedo corazón —porque quiero formar parte de tu vida, explorar el mundo juntos, quejarnos de la vida, pero siempre juntos. Al inicio me aterraba quererte tanto, no creía que eso fuese posible. Y si, tenía una misión en mente durante todo este proceso; no enamorarme de Adrien Pence, pero lo hice. No sé qué nos prepara el destino, pero sé que podremos afrontar cualquier cosa que venga siempre y cuando sea unidos.

—Siendo las 7:00 pm, los declaro marido y mujer, puede besar a la novia.

Adrien me toma de la cintura con muchísima delicadeza, cuidando no lastimar a nuestra niña. Me inclina un poco y besa mis labios dulcemente.

—Te amo, Leah—menciona, entre mis labios.

—Lo sabía—río por lo bajo.

—Dime que me amas o cancelo la boda en este instante y me ahogo en el mar—dice, divertido. Separándose de mis labios y arqueando una ceja.

—No te atreves—lo reto.

—¿Ah, no me crees?—dice, tomándome de la mano y jalando mi mano suavemente.

—¡¿Qué haces?!—digo entre risas.

Los invitados nos observan con extrañeza y algunos con gracia.

—Todo con tal de que me digas que me amas—responde.

Me toma entre sus brazos, cargándome con muchísima cautela, y me guía hasta las olas del mar.

—¿De verdad es necesario que te lo diga?—pregunto, aferrándome a sus hombros.

—Muy necesario—responde.

—Adrien, Adrien—digo, riendo—¡claro que te amo, tonto!—beso su mejilla—¿Cómo no voy a amarte si eres el mismísimo Adrien Pence?

Me coloca en el suelo, mi vestido se empapa por completo, pero es lo que menos me importa.

—Caí en tus redes—ruedo los ojos—y te amo mucho más de lo que te puedas imaginar.

Rodeo su nuca con mis brazos, y acaricio su mejilla con mi mano libre.

—Lo sabía—responde—nadie se resiste al hechizo de Adrien Pence.

—¿Y sabes que es lo mejor de todo?—digo, centrándome en su mirada.

Niega con la cabeza.

—Que eres solo mío—respondo.

—Solo tuyo, mi amor—dice, besando mis labios una vez más.

Las cosas no siempre tienen que ser perfectas, algunas veces solo en necesario dejarlas fluir para que te guíen a tu destino... y mi destino era aquí, con un chico de New Jersey, que día con día, me enamoraba más.

Nota

¿Opiniones?
¿Qué les ha parecido el capítulo?
Yo tengo muchos sentimientos encontrados 🥹

Misión: no enamorarse de Adrien PenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora