Quédate [ Lewis y Max ]

Migrants

3 meses después

El tiempo parecía detenerse, los días pasaban como un borrón gris sin color ni forma. Las luces brillantes y el ruido de los ventiladores se convertían en el fondo constante de los pensamientos de Max. Desde que Lewis entró en coma, el mundo alrededor de él dejó de tener sentido. Los días se transformaron en semanas, y las semanas en meses.Tres meses desde que Lewis no despertaba, y en ese tiempo, Max también se había hundido en un limbo del que no sabía cómo salir. A pesar de todo lo que había cambiado en su entorno, Max sentía que su vida se había congelado el día que Lewis cayó en coma. Nada importaba tanto como verlo despertar.

Las cosas habían cambiado alrededor de él. Carlos dejó Ferrari para irse a Williams, Colapinto fue ascendido a la Fórmula 1, y Kimi, con el tiempo y la insistencia de Mercedes, había reemplazado oficialmente a Lewis. Pero para Max, todo eso era insignificante. Ganar o perder en la pista se volvió irrelevante. Aunque aún lideraba el campeonato de pilotos, cada victoria se sentía amarga. Cada vez que subía al podio, miraba a su alrededor esperando ver los brillantes ojos de Lewis entre la multitud, esperando sentir ese toque de su mirada que en gran medida lo mantenía centrado, pero ahora, era como competir en un desierto. La falta de su presencia lo devoraba, y la amargura de su ausencia lo carcomía.

El regreso de Max a casa después de cada carrera era igual de devastador como el primer día que dejo de ver la mirada de Lewis. Volaba directamente a Mónaco, a lo que una vez él y Lewis llamaron hogar, y que ahora parecía más una prisión que un refugio. Las paredes, que antes estaban llenas de color y vida, ahora parecían sombrías, apagadas. Los recuerdos de risas, las charlas sobre el futuro, y las pequeñas peleas sobre quién dejo la toalla en el suelo, eran fantasmas que atormentaban a Max. Cada rincón de esa casa le recordaba la ausencia de Lewis, su risa, su voz cálida. Las fotografías de momentos felices ahora eran como heridas abiertas.

Su regreso a casa, era como correr en un círculo, ver a Lewis, tan inerte como siempre, rodeado de la rutina silenciosa de la enfermera que lo vigilaba, de su familia y de Max, que se había mudado para estar cerca de él. Cada día era un ciclo: despertarse, cuidar de Lewis, viajar, competir y volver. La monotonía se había vuelto insoportable. Sin embargo, esa rutina era todo lo que Max tenía, lo único que lo mantenía de pie.

Incluso los días en que Max parecía funcionar "normalmente" eran una farsa. Era como si estuviera atrapado en una película que se repetía sin cesar. Lo único que importaba estaba en esa cama, inmóvil, y no había nada que él pudiera hacer para cambiarlo. Cada carrera lo alejaba, pero siempre regresaba, solo para encontrar todo igual. Y ese estancamiento era lo que más dolía, como si el universo se hubiera detenido y la única constante fuera su sufrimiento.

No era solo el vacío de la ausencia de Lewis. Max también sentía el dolor del hijo que habían perdido, una vida que apenas había existido, pero que él sentía como una cicatriz abierta. Las noches eran lo peor. Soñaba con un futuro que nunca tendrían, un niño rubio con ojos azules corriendo a sus brazos, Lewis sonriendo a su lado, diciéndole que todo estaba bien. Pero luego, despertaba, solo para recordar que ese futuro había sido arrancado de ellos. Y cada vez que despertaba, la herida se abría de nuevo.

La vida fuera del hospital seguía su curso. Los periodistas seguían preguntando sobre la "ausencia temporal" de Lewis, mientras que los fanáticos de la Fórmula 1 especulaban sobre su futuro, sin saber la verdad de lo que ocurría. Max se había encargado de mantener en secreto el estado de Lewis, protegiéndolo del mundo exterior, manteniendo la pérdida de su hijo como un asunto solo de ellos. El público no sabía que su campeón no estaba simplemente descansando, sino que estaba atrapado en un sueño del que quizás nunca despertaría. Para Max, la verdad era demasiado dolorosa de compartir. Proteger a Lewis y el recuerdo de su hijo se había convertido en su misión, aunque eso significara aislarse aún más.