Stay

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Max se paseaba de un lado a otro en la sala de espera del hospital, con la mirada fija en la puerta de la sala de emergencias, esperando ansiosamente noticias de Lewis.  Las luces fluorescentes parpadeaban intermitentemente, arrojando sombras fantasmales por las paredes desconchadas. El aire tenía un aroma a desinfectante y tristeza, impregnado por el dolor y la incertidumbre de los pacientes y sus seres queridos.

Maldición, ¿Cómo había llegado a este punto?Se culpaba constantemente por su propia cobardía, por haberse dejado consumir por sus propios egoísmos y dejar escapar al amor de su vida. Se había sumergido tanto en sí mismo y en sus propias victorias que había perdido de vista lo que realmente importaba. Ya no era el Max que se había prometido a sí mismo que siempre estaría al lado de su omega, pase lo que pase. Había huido, había dejado a Lewis cuando más lo necesitaba, y ahora se arrepentía de cada segundo de aquellos años perdidos.

Recordaba con dolor el día en que vio a Lewis con Sebastián, y se convenció a sí mismo de que ya no era necesario en su vida. Se había cegado a sí mismo ante el dolor en su pecho, ignorando los llamados desesperados de su corazón que le pedían que volviera a su lado. Se había concentrado en sus propias ambiciones, en ganar y en ser lo que se suponía que debía ser, mientras ignoraba por completo el verdadero tesoro que tenía delante.

Ahora, sentado en aquella incómoda silla de la sala de espera, se sentía perdido y desolado. No tenía a nadie que le guiara, solo sus propios remordimientos y el temblor de su cuerpo que no podía controlar. Las lágrimas brotaban de sus ojos sin cesar, reflejando el tormento interno que lo consumía mientras esperaba noticias de Lewis.

— Familiares de Hamilton — una voz llamó desde la entrada. Max se levantó de su asiento de un salto, con el corazón en un puño. Al ver la expresión grave en el rostro del médico, sintió cómo todo su mundo se desmoronaba.

— Soy Max Verstappen, su pareja — susurró con voz temblorosa. — Sus padres no viven en Mónaco, están en el Reino Unido. Soy su familiar más cercano — mintió, sabiendo que si decía que no era familiar, no le informarían sobre el estado de Lewis. Sabía que estaba mal, pero necesitaba desesperadamente saber sobre él.

Max escuchó atentamente las palabras de la doctora, con el corazón en un puño y la respiración entrecortada. La sombría situación de Lewis parecía aún más desalentadora con cada palabra que salía de los labios de la médica.

— Señor, la situación de su pareja es complicada y compleja... —comenzó la doctora con una expresión grave—. Hemos logrado controlar los signos vitales del paciente, pero es difícil. El paciente sufre de depresión aguda, y su omega parece haberse rendido. Se encuentra en un estado de limbo, negándose a regresar con nosotros. Es un caso complejo; en situaciones similares, los omegas suelen no tener pareja, pero en este caso usted es su pareja, lo cual nos da un poco más de esperanza.

Max asintió, aunque por dentro sentía un nudo en el estómago. Escuchar sobre el estado de Lewis lo llenaba de dolor y desesperación.

— En estos casos, se procede de dos maneras, señor —continuó la doctora—. Como ya mencioné, su omega se niega a regresar debido a sus profundas heridas emocionales. Si no hay intervención, es probable que Lewis no dure mucho más. Quizás con un alfa a su lado, enviándole fuerzas a través de su lazo, podría volver, pero no aseguro nada. En este momento, Lewis está luchando internamente con su dolor. Algunos alfas prefieren dejar partir a sus omegas para evitar el sufrimiento. Mi recomendación es dejarlo partir; el paciente está muy herido, y no solo físicamente. El olor que emana su omega es de una profunda tristeza. Estar en su habitación es sumamente difícil para nosotros. A veces, su omega se relaja y su aroma es agradable, pero son momentos escasos.

Quédate [ Lewis y Max ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora