Capítulo 8: El Pequeño Kol

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Kajsa terminó de guardar los últimos utensilios, consciente de la carga emocional que la conversación con Esther le había dejado. A medida que el bullicio de la cabaña llenaba el aire, Kajsa no pudo evitar que sus pensamientos vagaran hacia Tristan. Sus encuentros recientes habían despertado algo en ella, una curiosidad que no estaba acostumbrada a sentir. Sabía que Esther presionaría para que se casara, y aunque había rechazado a todos los pretendientes que esta le había presentado, Tristan era diferente. No porque lo viera como un posible pretendiente, sino porque había algo en él que resonaba con ella, algo que lo hacía destacar de los demás.

Los niños continuaban hablando emocionados sobre la cacería mientras Kajsa se retiraba lentamente de la cocina. La cabaña estaba llena de vida, pero Kajsa se sentía un poco apartada, como si una parte de ella estuviera en otro lugar, en otra conversación, quizás una que aún no había tenido. Al salir de la cocina, vio a Finn y Elijah con los más pequeños, compartiendo sus historias. Elijah la miró por un momento, dándole una pequeña sonrisa, una señal de que todo estaba bien, de que no tenía que preocuparse.

Kajsa devolvió la sonrisa, pero no pudo evitar sentir una punzada de inquietud. Decidió salir al aire libre, necesitaba un momento para sí misma, lejos de las expectativas y las presiones de su familia. El día estaba despejado, con una brisa ligera que refrescaba su piel. Se dirigió hacia el borde del bosque, donde a menudo encontraba la calma que necesitaba. El bosque había sido su refugio desde que era pequeña, un lugar donde podía escapar de las responsabilidades y las expectativas que venían con ser una Mikaelson.

Mientras caminaba entre los árboles, sus pensamientos seguían volviendo a Tristan. Su nobleza, su fuerza, su habilidad para comprenderla sin necesidad de palabras. Había algo en él que la hacía sentir segura, pero también la desafiaba de una manera que ningún otro hombre había hecho. Kajsa sabía que, si alguna vez consideraba a alguien como un igual, tendría que ser alguien como él. Alguien que respetara su independencia, pero que también la hiciera querer ser algo más que una guerrera solitaria.

De repente, escuchó un crujido detrás de ella. Kajsa se giró rápidamente, su mano instintivamente, alcanzando la empuñadura de la espada que siempre llevaba. Pero al girarse, se encontró con la mirada traviesa de Kol, que la observaba con una sonrisa maliciosa.

—¿Qué haces aquí, pequeño? —le preguntó Kajsa, relajando su postura, aunque manteniendo una ceja levantada en señal de advertencia.

Kol se encogió de hombros, claramente no impresionado por la postura de su hermana mayor.

—Quería saber a dónde ibas. Estabas demasiado callada —respondió, antes de añadir con un tono burlón—. Y, además, quería seguir aprendiendo sobre la magia. Padre no me deja practicar, pero tú siempre lo haces.

Kajsa no pudo evitar sonreír ante la insistencia de Kol. Era un niño testarudo, curioso y lleno de energía, siempre queriendo aprender más, sobre todo lo que los demás consideraban peligroso. Aunque sabía que no debía, Kajsa disfrutaba enseñándole un poco de magia, sabiendo que era un camino que eventualmente tomaría, con o sin su ayuda.

—Está bien, pequeño, pero solo por un rato —respondió finalmente, sabiendo que no podría negarse—. ¿Qué quieres aprender hoy?

Kol se iluminó al escuchar la aceptación de su hermana. Se acercó rápidamente, con los ojos llenos de emoción. —Quiero aprender a hacer lo que haces con la tierra. Esas cosas que haces cuando te conectas con ella y haces crecer flores hermosas —dijo, sus ojos brillando de anticipación.

Kajsa se detuvo por un momento, dudando. Sabía que el poder que se ejerce sobre la tierra no era algo que debía tomarse a la ligera, porque primero; era demasiado compleja esa magia, ya que había que tener mucho control de la magia y segundo, había que tener el debido respeto por la madre naturaleza. Pero la emoción en los ojos de Kol la hizo reconsiderar. Quizás, solo quizás, podía mostrarle un poco, lo suficiente para saciar su curiosidad sin ponerlo en peligro.

The Great Mikaelson || Book 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora