↬1.4. Posición

31 3 0
                                    

Rhaenyra escuchaba como los pasos de su tío se oían cada vez más lejos, acariciaba con deleite y apego el dije del collar en su cuello, emanando emoción a través del brillo en sus ojos.

Ser Harrold se giró lentamente hacia ella, mirándola de arriba a abajo en un gesto bastante serio que decía mucho más que lo podría escupir con la boca.

—¿Qué?— Rhaenyra alzó las cejas con indignación y se cruzó de brazos en un gesto algo altanero. Harrold dejó oír un gruñido y negó un par de leves veces con la cabeza. Ella frunció el ceño y se aclaró la garganta rápidamente.—¿...se me nota mucho...?— cuestionó en una expresión culposa.

—¿Qué cosa? ¿El rubor en sus pómulos?— se burló el guardia haciendo que Rhaenyra se tocase nerviosamente una mejilla con la palma de su mano y bajase la cabeza al sentir la suba de temperatura. Él se rió y volteó a mirar a otro lado.

—No le diga a mi padre...— susurró, casi como si fuera una súplica, más que una orden.—Por favor...—

Harrold hechó un suspiro y miró a la princesa, admirando la posición tan culposa y avergonzada en la que Daemon se la había dejado.

—No lo haría tampoco, princesa. No es algo que me incumba. Pero, me tomaré el atrevimiento de pedirle, que sea cautelosa en sus pasos, y aunque es joven, se que comprende a lo que me refiero. Aproveche lo que puede vivir ahora, no lo arruine.— guió el lord comandante de la guardia real, tal vez sus palabras habían ido demasiado lejos, tal vez no decirlas hubiera sido la mejor opción, pero pareciera que fué todo lo contrario.

—Lo sé...— respondió la Targaryen, ofreciéndole a Harrold la tranquilidad acompañada de una breve y muy leve sonrisa triste en los labios añejados.

Es posible que ahora no estuviera segura de si efectivamente estaba enamorada de Daemon, pero si tenía toda la certeza del mundo de que su cariño por él, iba más allá del simple afecto de una sobrina hacia su tío, de hecho sentía una sensación escalofriante al pensarlo. Pero prefería eso, a que el hermano del rey se burlase en su cara por ser una tonta niña enamorada.

—Creame que lo sé.— repitió la princesa, cruzando las manos sobre su vientre alto.— Y no defraudaré a mi padre, Ser.—

[...]

La savia oscura, que solía gotear por el rostro tallado en el tronco del árbol de arce en el bosque de dioses de la Fortaleza Roja, había decidido acompañar a lady Alicent en su lectura silenciosa.

Quienes tallaron aquellas caras en su momento (si es que no fué un acto divino de los Antiguos Dioses y la Madre, según algunas creencias), supieron perfectamente en qué sector dibujar los ojos y nariz de los rostros sin nombre en la madera, para que cuando despidiera algo del líquido viscoso y espeso en su fibra, diera la impresión de que el árbol lloraba sangre.

Y por esto mismo, al día que acontece, todavía cientos de personas, sirvientes y lores, incluso príncipes y reyes lo consideraban un mal augurio, una señal de que enormes desgracias y tristezas estaban prontas a golpear las puertas y ventanas de sus vidas.

Las hojas de arciano, poseedoras de una tonalidad rojiza característica e inconfundible, que ayudaban a fortalecer la imagen mítica del viejo árbol, se unificaban para formar una nube de sombra en el césped, donde una manta verde clara sobre otra un poco más gris, separaba el cuerpo sentado de Alicent del suelo pastoso y verdecino.

Sus dedos delicados pasaban de vez en cuando las páginas del libro que con anterioridad había sacado de la biblioteca, sus ojos devoraban en calma el contenido histórico a medida que el tiempo concurría.

La voz de Rhaenyra desde la puerta hacia el jardín provocó que levantase la cabeza un poco, con un pequeña sonrisa en los labios.

—Hasta que te encuentro.— musitó en un tono un tanto sarcástico, alzando sus cejas.

🪶  𝐋𝐚 𝐑𝐞𝐛𝐞𝐥𝐢𝐨𝐧 𝐃𝐞 𝐋𝐚𝐬 𝐑𝐨𝐬𝐚𝐬  ;🌹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora