Indagaciones sobre el amor III

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Ya que mencioné algo curioso —el cómo un frío traspasa de los pies al cerebro— acerca de las reacciones corpóreas, ¿Por qué no hacemos un acercamiento sobre el cómo nuestro cuerpo reacciona en forma negativa al amor? Recordando, claro, las diferencias que cada cuerpo puede experimentar.

Comenzando con lo ya mencionado —pero sin tanta profundidad—, los pies. Los pies son el principal factor de reacción en la parte inferior del cuerpo, pues este se puede llegar a experimentar como un frío envolvente que no te permite hacer un movimiento. ¿Este movimiento puede ser un paso adelante o un paso hacia atrás? Puede ser.

Ante tantas reacciones —emocionales— que se están teniendo, las piernas entran en un estado de movimiento donde solo se elevan arriba y abajo, con la ayuda de los dedos de los pies; este movimiento se le asimila más con la ansiedad o con inquietud, la cual es expulsada en este movimiento. La ansiedad está inmersa en todo nuestro cuerpo, pero vamos a centrar en que partes se siente más —sin contar la parte mental o del pensar—, como en este caso fue en las piernas.

Se comienza a crear una bola de nieve en nuestro estómago, pero no es necesariamente nieve lo que se está formando en el interior de este. Tal como nosotros utilizamos de este para absorber lo bueno de nuestros alimentos y expulsar lo innecesario, lo utilizamos también para recibir los golpes más fatídicos de nuestras emociones. Flotando y girando en nuestro interior, se siente como un ardor que va circulando en lo vasto de él, pesadez inclusive.

La tensión sobre tus hombros es exponencial, sientes tu cuello con una rigidez y calor que no es normal; pronto, la cabeza palpitar y memorias recrear. 

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