Capitulo XXIII: Malestar.

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Narra Hiro.

Después de que todos nos cambiaremos, todos fuimos guiados por uno de los hombres vestidos de camuflaje.

Estábamos en el pasillo en una fila completamente recta, ya que si la fila no estaba bien ordenada recibíamos un golpe en el estómago o en cualquier otro lado.

Llegamos a una habitación completamente blanca y habían camillas y varios cables conectados a unas máquinas que estaba bajo las camas.

Díaz: —Saca una lista y frunce el ceño— Bien.. Acuéstese en cualquier cama y se quedan completamente quietos.. El primer imbécil que se mueva, lo mataré.. No necesito soldados débiles aquí...

Hiro: —Frunce el ceño y se va a una de las camillas. Se recuesta y mira al techo muy tenso, traga saliva y sus manos se cierran en un puño— ....

Alicia: —Respira profundamente y un poco nervioso se acuesta en una de las camillas—

Me sienta muy asustado, no sabía que nos iban a hacer.

A mí lado izquierdo había una mesita con un cúter, tijeras y varias gasas.

A mí lado derecho podía ver una máquina de esas que pueden medir tu pulso, eso me asusto aún más. Pero me mantuve firme para poder terminar con esto rápido.

Después de que todos estuvieran acomodados.

Yo dí un sobresalto al sentir como unas cintas muy gruesas de cuero nos amarraba muy fuerte a la camilla.

La cinta rodeo nuestro cuello, muñecas, torso, muslos y tobillos. Estábamos completamente inmovilizados.

Se escuchaba como varios niños de mi grupo rompieron en llanto por el miedo, yo sentía que iba a entrar en pánico y las ganas de vomitar eran constantes.

Yo intenté forcejear pero no podía. Entre más me movía, más fuerte se hacía el agarre.

Las cintas eran tan fuerte que ya no podía sentir mis manos y pies. Mi estrés incremento y mi migraña se hizo realidad.

A la habitación ingresaron varios científicos. Mis ojos se entrecerraron y mis intentos de liberarme se volvieron más débiles hasta el punto de quedarme completamente quieto.

Ve a uno de ellos acercarse a mí con una jeringa, lo mire a los ojos unos segundos sintiéndome completamente desolado.

Cerré mis ojos y mi corazón seguía latiendo muy rápido pero por alguna razón no me sentía capaz de poder seguir aún sabiendo que viviré cosas similares o peores que en casa.

Me puse muy tenso al sentir como me inyectaron algo en el cuello.

Después de unos segundos caí profundamente dormido, al parecer me aplicaron anestesia.

Sólo recuerdo haberme despertado en la camilla pero sin las ataduras.

Me incorporé en el colchón muy confundido pero..

Hiro: —Sus ojos se abren de par en par al sentir un dolor punzante en su entrepierna, suelta un fuerte quejido de dolor y retrocede un poco para recostar su espalda contra la almohada— ¡Agh!... ¿¡Q-qué me!?.... —Mira hacia sus piernas y nota que tiene puesta una bata blanca y su ropa estaba junto al cajón de su lado derecho. Él siente un gran malestar en su zona y se mira por debajo de la bata muy asustado—

Solo una sonrisa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora