A Gabriel le encantaba jugar con cajas de cartón, a pesar de tener 15 años. Siempre que veía una, no podía resistir la tentación de llevársela. Hoy no era la excepción. Mientras caminaba por la calle, su mirada se iluminó al ver una caja de cartón.
Sin pensarlo dos veces, Gabriel corrió hacia la caja. Sin embargo, se detuvo en seco al notar que había otras dos personas cerca: un estudiante de arquitectura y un profesor de kinder. Los tres se quedaron mirándose, desafiantes ante la situación. En un abrir y cerrar de ojos, el estudiante de arquitectura agarró la caja y comenzó a correr.
—¡Hey, vuelve aquí! —gritaron al unísono Gabriel y el profesor de kinder.
El estudiante de arquitectura siguió corriendo con la caja bajo el brazo, pero el profesor no se quedó atrás. Con agilidad, se lanzó hacia él, intentando recuperar la caja de cartón.
Gabriel, decidido a no dejar que la oportunidad se le escapara, se abalanzó sobre ellos y, con una rápida maniobra, les quitó la caja de las manos. Sin mirar atrás, salió corriendo hacia su casa, sintiendo la adrenalina del momento.
Al llegar, Gabriel abrió la puerta de su casa y entró, dejando la caja en el suelo mientras se sumergía en su mundo de juegos. Después de un rato, dejó la caja en su habitación, satisfecho con su nueva adquisición.
Más tarde, Jason llegó a casa, cansado después de un largo día de trabajo. Se dejó caer en una silla y encendió la televisión. En el canal de noticias, una reportera apareció en pantalla.
—Noticias de última hora. Un estudiante de arquitectura, un profesor de kinder y un adolescente de unos 15 años pelean por una caja de cartón —anunció la reportera.
Jason soltó un suspiro y murmuró para sí mismo:
—El padre de ese adolescente debe estar decepcionado de su hijo.
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Espero que les gusta.
